viernes, 26 de abril de 2024
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Titulares

Epónimos: «Los barbitúricos y Baeyer»

Por: Dr.C. Julio César Hernández Perera y Dr. Bonifacio Juan Capetillo Álvarez.

¿Nunca alguien se les ha acercado y preguntado sobre la etimología de cierta palabra? Si esta duda está relacionada con el origen de la denominación «barbitúricos», la investigación nos lleva a desentrañar un epónimo con una historia que puede servir de patrón por imbricar en su esencia, sentimientos, misticismos y hasta conjeturas.

Durante la primera mitad del siglo XX, existían pocas opciones de tratamiento farmacológico para emplear como sedantes e hipnóticos. Por eso, era obligado el uso de los barbitúricos, que desde el año 1904 fueron introducidos en la práctica clínica a través del ácido dietilbarbitúrico, también conocido como barbital, malonal o gardenal.

Fue tanta la grandiosidad que ganaron los barbitúricos, que algunos datos estadísticos constituyen pruebas irrefutables de este esplendor. Se llega a decir que durante el siglo XX se sintetizaron más de 2500 barbitúricos, de ellos, 50 encontraron aplicación clínica; y solamente en los EE.UU. se llegaron a fabricar anualmente en la década del 60, la alarmante cifra de 30 comprimidos de barbitúricos por habitante. A este fenómeno se sumaron consecuencias embarazosas, determinadas por graves complicaciones generadas por las sobredosis y la dependencia. Esto, conllevó a la toma de medidas y concientización del problema generado en diferentes sociedades, donde con preocupación se apreciaba un incremento del número de muertes por sobredosis. De estas muertes, una de las que provocó gran conmoción mundial, fue el suicidio, mediante barbiturismo, de la famosa actriz Marilyn Monroe el 28 de agosto de 1962.

Aún en la actualidad, solo algunos -como los oxabarbitúricos-, continúan siendo medicamentos eficaces en el tratamiento de algunas formas graves de insomnio y tipos de epilepsias.

Y..., ¿cuál fue el origen de los barbitúricos y su denominación?

En el año 1864 fueron sintetizados por primera vez por el químico Adolf von Baeyer (31 de octubre de 1835, Berlín - 20 de agosto de 1917, Starnberg), quien se desempeñó como profesor en las universidades alemanas de Estrasburgo y Múnich. Con posterioridad, Baeyer fue fundador de lo que después sería la empresa «Bayer Chemical Co.», y ganó mayor celebridad al ser galardonado -en 1905- con el Premio Nobel de química por el desarrollo de la química orgánica mediante los colorantes químicos.

Es muy discutido el origen de la palabra barbitúrico, y por eso existen varias hipótesis. Una de ellas plantea que está relacionada con el nombre de una amiga sentimental de Baeyer, que se llamaba Bárbara. Sin embargo, otros autores defienden la versión de que el día del descubrimiento de la sustancia, Baeyer fue a celebrarlo en una cantina, donde precisamente unos artilleros festejaban a su patrona, Santa Bárbara.

De todas maneras, la fusión de las palabras Bárbara y urea parece ser la versión más creíble relacionada con esta denominación. Recordemos que desde el punto de vista químico, son compuestos ureicos de cadena cerrada, cuyo núcleo central es la malonilurea -combinación lograda de la urea, presente en excretas de los animales, y el ácido malónico, un derivado ácido obtenido de las manzanas.

Como ven... puede ser epónimo, y a la misma vez, un acrónimo.

Existe una última hipótesis, que quizás pudo haber influido también en la elección de ese nombre. En este caso referido al aspecto «barbado» o «barbudo», de los cristales de estos compuestos ureicos.

¿Qué otras aportaciones de Adolf von Baeyer están relacionadas con la medicina?

Entre sus logros científicos se destacan el descubrimiento de la fenolftaleína y la fluoresceína.

La primera llegó a emplearse como función catártica, en la actualidad en desuso. En el caso de la fluoresceína, se emplea con mucha frecuencia en la oftalmología para el examen de los vasos sanguíneos del ojo -angiofluoresceinografía-, y también para comprobar las alteraciones en el epitelio corneal y del sistema lagrimal, la permeabilidad de las vías lagrimales y para las tonometrías de aplanación.

Fuentes.

López-Muñoz F, Ucha-Udabe R, Alamo C. The history of barbiturates a century after their clinical introduction. Neuropsychiatr Dis Treat. 2005 Dec;1(4):329-43.

López-Muñoz F, Alamo C, Ucha-Udabe R, Cuenca E. El papel histórico de los barbitúricos en las "curas de sueño" de los trastornos psicóticos y maníacos. Psiq Biol. 2004;11(6):242-51


 
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