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Correspondencia

A continuación ponemos a disposición del lector un grupo de cartas que son de especial interés para tener una idea más completa de la actividad de Finlay como científico. Aparecen cartas escritas por el científico a sus colegas y de grandes personalidades hacia él o sobre él.


1-Del doctor Weir Mitchell
2-Del doctor Claudio Delgado Amestoy
3-Del doctor Walter Reed
4-Del doctor William Gorgas al doctor Juan Guiteras
5-Del doctor Ronald Ross
6-Del doctor William Gorgas

Del doctor Weir Mitchell

S. WEIR MITCHELL M. D.
1524 Walnut Street.
Philadephia P.A.

December 25th. 1888
My dear Finlay:

Your letter arrived this Christmas morning and I make haste to say few words in reply.
I have not seen the back numbers of the Journal yet, but I have the greatest confidence in your powers of observations, and neither Sternberg not anybody else will really shake it or make me believe that you are wrong in a a matter of observation, until you yourself tell me so. I believe that you will come out all right and satisfy everybody, including Sternberg, who is a man of fair mind.
Kind Christmas regards to you and yours from
Your old and attached Friend

S. Weir Mitchell

S. WEIR MITCHELL M. D.
1524 Walnut Street,
Philadelphia P.A.

Diciembre 25 de 1888
Mi querido Finlay:

En esta mañana de Navidad acabo de recibir su carta y rápidamente con estas breves palabras le doy contestación.
Aún no he visto los últimos números de la "Journal", pero estoy altamente seguro de la fuerza de sus observaciones y ni Sternberg ni nadie podrán hacerme variar o hacerme creer que Usted está equivocado en su teoría, hasta que Ud. mismo no me lo diga.
Yo creo que Ud. Obtendrá éxitos para la satisfacción de todos, inclusive para el propio Sternberg, que es un hombre justo y de clara inteligencia.
Felices Pascuas y mis respetos para Ud. y los suyos.
Su viejo e invariable amigo,

S. Weir Mitchell

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" Del doctor Claudio Delgado Amestoy

Gijón, 26 de enero de 1901
Señor Doctor Carlos Finlay
Habana.

Queridísimo amigo mío:

El triunfo de la verdad científica por Ud. sustentada, el premio concedido a la fe y perseverancia con que prosiguió Ud., a través de mil escollos, la difícil tarea de penetrar los arcanos de la fiebre amarilla y esclarecer problemas tenidos durante mucho tiempo por insondables, crea Ud. mi buen amigo, me ha llenado de regocijo y, desde este rincón del viejo continente, le envío un entusiasta saludo y, desde aquí, uno de mis humildes plácemes a los valiosísimos cuanto calurosos que le fueron otorgados por propios y extraños en la memorable y venturosa noche del 22 de diciembre último, discerniéndole la palma de la victoria.
Ha sido Ud. verdaderamente el Cristo de la doctrina redentora de la fiebre amarilla, y no le faltaron doctores y fariseos detractores, ni las persecuciones de la envidia, ni la befa y escarnio de vanos cuanto pretenciosos charlatanes (testigo el Dr. Gibier), ni los azotes y espinas de la acerba crítica, ni la hiel y el vinagre de enfadosas controversias llevadas fuera del terreno científico; en fin, todo un calvario que supo Ud. soportar con resignación filosófica, más aún, con evangélica mansedumbre, alcanzando yo el honor de ser, junto a Ud., a veces el Cirineo de esta pasión y siempre el discípulo consecuente, tan adicto a la doctrina como a la persona del Maestro.
Plugo al fin a la Providencia Divina que sonara la hora del Resurrexit y entonces, ofrécese a la contemplación del mundo la simpática personalidad del Dr. Finlay glorificada cual se merece, rodeada de todos los prestigios conquistados en lid humanitaria, envuelta en esplendoroso nimbo de luz, cuyos destellos radiantes hieren la vista de los incrédulos de ayer. Bien tributado está ese honor a quien inventó la afortunada teoría del Culex, a quien con su inteligencia esclarecida y sus bien dirigidas energías pudo, en colaboración con dicho díptero, descubrir una verdad de tamaña trascendencia, una verdad que hoy los sabios extranjeros proclaman y aceptan como base positiva de ulteriores adelantos para la profilaxis del más temible azote de los extranjeros en las Antillas.
Le envía un estrecho abrazo su devoto amigo,

C. Delgado

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Del doctor Walter Reed

Camp. Columbia, Quemados, Oct. 7th 1900
Dr. Carlos Finlay
Havana.

My Dear Doctor:

I am very sorry that neither Dr. Carroll nor myself can call at your residence this afternoon, as agreed by Dr. C. to yourself on his visit of yesterday. I shall hope to pay my respects very soon in the meanwhile I have taken the liberty of sending my drive for the copy of the British Medical Journal containing Durham's and Mayer's note, and for any other article or publication of yours concerning the mosquito and yellow fever. I have found amongst Dr. Lazear's books your copy of the Annales de la Real Acad., vol. 18, and I am now reading your article. I will take the best of care of any journals or books loaned and will promphly return them.

With best wishes, sincerely yours,


Walter Reed
Maj. Surg. USA.

Camp. Columbia, Quemados, 7 de octubre de 1900
Dr. Carlos Finlay
Habana.

Mi querido doctor:

Lamento mucho que no hayamos podido, el Dr. Carroll y yo, visitarle esta tarde como había quedado el Dr. Carroll en hacerlo en la visita que le hizo ayer. Espero muy pronto ofrecerle mis respetos; entretanto me tomo la libertad de enviarle mi cochero por un ejemplar del British Medical Journal en que aparece la nota de Durham y Mayer, así como por cualquier otro artículo o trabajos suyos sobre el mosquito y la fiebre amarilla. Entre los libros del Dr. Lazear he encontrado un ejemplar de los Anales de la Academia, vol. 18 y ahora estoy leyendo su trabajo. Cuidaré con empeño las revistas y libros que me preste y se los devolveré rápidamente.
Con mis mejores deseos, soy sinceramente suyo,

Walter Reed
Cirujano Comandante de los EE.UU.

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Del doctor William Gorgas al doctor Juan Guiteras


HEADQUARTERS DEPARTMENT OF THE EAST CHIEF SURGEON'S OFFICE
GOVERNOR'S ISLAND, N. Y.

Septiembre 2, 1903

Dr. Juan Guiteras
Hospital Las Ánimas
La Habana, Cuba.

Mi querido doctor:

Recibí su carta de julio de 1903 y le estoy muy agradecido.
Realmente me siento apenado por la actitud del Dr. Carroll respecto al Dr. Finlay de la que creo que es un error. Todas las facetas del caso han sido publicadas en documentos originales y ellos hablan solos. La posteridad dará crédito a quien se le debe. No conozco nada en medicina más claro que las razones del Dr. Finlay acerca de que el mosquito era el transmisor de la fiebre amarilla, ni tampoco nada más perseverante ni tenaz que el mantenimiento de su teoría, en la cual ha venido laborando intensamente y publicando documentos desde 1881 a 1901.
¿Ha recibido Ud. mi carta de julio 23?
Estoy escribiendo un trabajo sobre la evidencia que abarca el período durante el cual la fiebre amarilla es infecciosa y me gustaría saber lo que usted piensa sobre este asunto. Tenga la bondad de darle mi afectuoso saludo a la Sra. Guiteras y al Dr. y Sra. Finlay.
Con mis mejores deseos para usted quedo muy sinceramente,


William C. Gorgas

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Del doctor Ronald Ross


ESCUELA DE MEDICINA TROPICAL DE LIVERPOOL
LABORATORIO DE MEDICINA TROPICAL
UNIVERSIDAD DE LIVERPOOL


Noviembre 15 de 1904

Querido Señor:

Confío que Ud. me excuse le escriba sobre el siguiente asunto: en 1902 obtuve el Premio Nóbel en Medicina por mi trabajo sobre paludismo, y esto me permite recomendar a quien yo quiera para un premio similar cada año. Hace mucho tiempo que estoy impresionado por su gran labor sobre la fiebre amarilla y, durante una visita que hice a Panamá, pude al conversar con otros médicos que lo han conocido a Ud., verificar mi impresión sobre el valor de su trabajo. Quisiera por lo tanto someter su nombre al Comité del Premio Nóbel de Medicina para el año 1905 y espero que Ud. me permita hacerlo. Si tiene la bondad de acceder a esto, le agradeceré me envíe una lista completa de sus publicaciones sobre fiebre amarilla y, si es posible, el mayor número de los trabajos mismos que pueda Ud. tener a mano. Esto debe hacerse cuanto antes y, tanto la lista como los trabajos, serán enviados inmediatamente por mí al Comité Nóbel en Estocolmo.
Permítame sin embargo advertirle que sólo tengo la posibilidad de proponer su nombre y que la adjudicación de los premios anuales se encuentra exclusivamente en las manos del Comité.

Créame de Ud. fielmente,

Dr. Ronald Ross
Profesor de Medicina Tropical
" Del doctor Arístides Agramonte Simoni.

Abril 12 de 1905


Mi querido Dr. Finlay:

Tengo el gusto de enviarle los datos que poseo relacionados con los casos de Carroll y Lazear, infectados de fiebre amarilla durante nuestros experimentos en 1900 y 1901.
El Dr. Carroll fue el primero picado (agosto 27 de 1900) por un solo mosquito; él permitió la picada en un espíritu de burla, sin fe alguna en la teoría del mosquito, en la firme convicción de que ninguna infección resultaría, por lo menos con una sola picada. Cayó enfermo el día 30 durante la tarde; pero atribuyendo su malestar al exceso de trabajo, tomó un baño de mar. Al siguiente día se encontraba peor, pero no dando importancia al hecho y olvidando completamente que había sido picado por un mosquito considerado infectado, investigó su sangre varias veces en relación con el parásito del paludismo con resultados negativos.
Tuvo que acostarse por la tarde y toda la noche tuvo una temperatura de 38.8. Lazear y yo estábamos convencidos de que se había infectado con el mosquito contaminado. El curso siguiente de su enfermedad fue típico de fiebre amarilla. La albuminuria apareció el 2 de septiembre y la ictericia el 3.
El caso de Lazear fue muy diferente. Él creía en la teoría del mosquito aún antes de tener nosotros demostraciones positivas. Él había trabajado por algún tiempo en el Laboratorio de Grassi (Roma) y estaba familiarizado con todo lo que se había descubierto en relación con la transmisión del paludismo por mosquitos y la técnica de trabajo con el mosquito. Él produjo los dos primeros casos de fiebre amarilla sin conocimiento de los otros miembros de la Comisión, pero aparte de esta evidencia y su creencia, se dejó picar, mientras recogíamos mosquitos infectados de fiebre amarilla en el hospital (La Ánimas, el 13 de septiembre de 1900) por uno que se le escapó después de picarlo. Cinco días más tarde cayó enfermo y desde ese momento sabía que había contraído la enfermedad y cómo la había contraído. La albuminuria y la ictericia aparecieron temprano y murió el 25 de septiembre de 1900, víctima de un celo científico y en verdad un héroe.
Puedo añadir que el Major Reed, Presidente de la Comisión, que se encontraba en Washington durante estos experimentos, fue llamado a Cuba con motivo de la muerte de Lazear, y entonces nosotros establecimos la estación experimental con el convencimiento que se tenía, con pruebas de su teoría sobre la transmisión de la fiebre amarilla por la picada del mosquito.
Lo arriba mencionado constituye los hechos relacionados con nuestras primeras investigaciones.
Quedo de usted muy sinceramente,
Arístides Agramonte

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Del doctor William Gorgas

Ancón, Zona del Canal, agosto 12 de 1910

Dr. Carlos J. Finlay
La Habana
Cuba

Señor:

Acabo de regresar de una licencia de dos meses en los Estados Unidos y, durante mi estancia en Washington, vi a varios de nuestros viejos amigos. El Dr. Klean me informó que la salud de Ud. no era últimamente del todo buena, lo cual lamento mucho.
He leído con mucho interés la carta del Dr. Guiteras a la revista "Lancet" de Londres. Muchos de los puntos que toca son realmente convincentes. Es para mí muy grato que haya Ud. vivido lo bastante para ver que su gran obra en favor de la humanidad se ha reconocido y creo, como el Dr. Guiteras, que en años venideros, cuando los resultados del gran progreso actual en el saneamiento de los trópicos se haya comprobado completamente, su nombre y el de Manson se destacarán como los grandes promotores de esta obra, que colocaron la piedra fundamental sin la cual no hubiera sido posible su continuación.
Lo que Ud. dice es muy sólido y perfectamente verdadero. Si cuando fuimos a Cuba hubiésemos seguido las indicaciones de Ud., se hubieran obtenido en 1899 los mismos resultados que se lograron después de 1901, e iría aún más lejos para decir, como creo, que merced a los trabajos de Ud. y a su personal defensa de la teoría del mosquito, la Comisión Americana de la que Reed fue Presidente, se resolvió a estudiar esa teoría, y que si Ud. no hubiese realizado los trabajos que ya había efectuado a ese respecto en 1900, la Comisión Americana no hubiese emprendido nunca la investigación de la teoría del mosquito.
Cordialmente.

Cor. W. C. Gorgas

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Dr. Enrique Beldarraín y Lic. José A. López
Editores Principales
Copyright © 1999-2003, Infomed Red Telemática de Salud en Cuba
   
   


Agradecemos la colaboración a:

Dr. José López Sánchez, Dr. Gregorio Delgado García y al Museo de Historia de las Ciencias Carlos J. Finlay