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Las Comisiones Médicas Americanas.

En 1879 el Cirujano General del Ejército de los Estados Unidos nombró la primera comisión para el estudio de la fiebre amarilla, que se desplazó hacia Cuba para iniciar los estudios sobre la enfermedad.

Finlay fue nombrado asesor de esa comisión, pues ya en esa época se conocía su interés por la enfermedad y los numerosos estudios que había realizado sobre ella. Este cargo le permitió trabajar con el bacteriólogo norteamericano George M. Sternberg y con el clínico y patólogo cubano profesor en Filadelfia Juan Guiteras Gener, más tarde gloria del sanitarismo cubano.

Con este grupo tuvo la oportunidad de estudiar de modo integral la enfermedad: la clínica, la bacteriología, la anatomía patológica y la epidemiología. Si bien con estos trabajos la comisión no pudo llegar a conclusiones definitivas, Finlay sí obtuvo un provecho incalculable, al profundizar enormemente en el conocimiento de la entidad nosológica, lo cual le posibilitó pensar que "en el aire debía encontrarse un agente capaz de transmitir la enfermedad", incluido en la conclusión final. Sobre esta idea continuó su trabajo y dio forma a su teoría.

En su camino a la solución del problema Finlay acumuló todos los conocimientos existentes sobre la fiebre amarilla; evaluó un sinfín de posibilidades de transmisión fue una autoridad incluso en los aspectos de la historia y la bibliografía existente sobre la enfermedad. Para llegar a sus conclusiones finales tuvo que estudiar Metódica y profundamente Meteorología con el padre jesuita Benito Viñes, para lo que utilizó las instalaciones del Observatorio del Colegio de Belén. También estudió Química y en el campo de la Patología se hizo un experto en las teorías miasmática, contagionista y anticontagionista, a las que superó en su totalidad.

Con todo ese conocimiento acumulado, fijó su atención en la presencia de mosquitos y su relación con los brotes de fiebre amarilla y comenzó la búsqueda entre las especies cubanas de una variedad que pudiera ser la causante de la transmisión. Para ello le fue necesario convertirse en entomólogo de una forma autodidacta con la asesoría del sabio Felipe Poey y Aloy

En sus avatares entomológicos estudió unas 600 variedades de mosquitos hasta concluir que sólo la hembra del culex mosquito, hoy conocido como Aedes aegypti reunía las condiciones requeridas para la transmisión de la enfermedad de un sujeto enfermo a otro sano.

En 1887 Paul Gibier presentó un bacilo que había encontrado en sus estudios en La Habana. Los bacteriólogos Cornill y Babes describieron una larga relación de micro organismos encontrados en los vasos distendidos del riñón y del hígado en enfermos de fiebre amarilla.

Ese mismo año George M. Sternberg, quién formó parte de la primera comisión del ejército norteamericano para el estudio de la fiebre amarilla, fue comisionado por Grover Cleveland, Presidente de los estados Unidos de América, para viajar a La Habana y realizar investigaciones sobre los diferentes micro organismos señalados como agentes causales. En sus estudios concluyó que faltaba la necesaria comprobación y confirmación de los mismos, incluso de los que él mismo había encontrado y señalado antes como los bacilos "a" y "x".

Cuando el doctor Sternberg regresó por segunda vez a Cuba, Finlay y Delgado habían trabajado en el aspecto microbiológico y creyeron tener identificado a un posible agente etiológico que llamaron Micrococcus tetragenus febris flavae. Después de sus frecuentes reuniones con el bacteriólogo norteamericano, repitieron las experiencias de éste, modificaron los métodos que habían empleado y fueron los primeros en publicar los resultados donde se concluía que dicho germen no era el agente causal, obtenidos por Stenberg, Welch y Kinyong.

En 1897 el bacteriólogo Giuseppe Sanarelli publicó el resultado de sus investigaciones sobre la fiebre amarilla, donde reportó el bacilo icteroides, encontrado en siete de los 12 pacientes estudiados, como el agente causal de la afección. Otros científicos se sumaron y aceptaron estos resultados.

En 1899 los doctores Walter Reed y James Carroll demostraron en Washington la identidad del bacilo icteroides con el bacilo Cholera suis y Arístides Agramonte reportó no haber encontrado a dicho agente en las autopsias que realizó a casos fallecidos por fiebre amarilla, aunque sí lo halló en tres casos fallecidos por otras causas en La Habana.

Sembrada la duda científica, el entonces Cirujano General del Ejército de los Estados Unidos, doctor George M. Stemberg, nombró el 24 de mayo de 1900 una comisión para aclarar el asunto, bautizada como la Cuarta Comisión del Ejército Norteamericano para el Estudio de la Fiebre Amarilla, presidida por el mayor Walter Reed, cirujano del ejército, patólogo y bacteriólogo, e integrada además por los doctores James Carroll , bacteriólogo, Jesse W. Lazear, médico entomólogo y Arístides Agramonte patólogo y bacteriólogo cubano formado en la Universidad de Columbia, Nueva York.

El primer trabajo de esta comisión fue estudiar al bacilo icteroides, cuyos resultados fueron todos negativos, por lo que continuó con las mismas lagunas en el conocimiento sobre el agente causal y la transmisión de la enfermedad que cuando arribaron a la isla sus integrantes. Luego de ver otras posibilidades sin éxito, apelaron como último recurso a realizar una visita a Finlay en agosto de 1900, quién había sido nombrado por el gobierno interventor norteamericano Presidente de la Comisión de Enfermedades Infecciosas.

Con gran generosidad, el sabio le abrió sus puertas y les ofreció todos sus conocimientos y les explicó el estado en que se encontraban sus investigaciones. Les dio además ejemplares de huevos y mosquitos criados por él para sus experiencias.

En ese momento estaban sin un horizonte claro en su trabajo y decidieron estudiar dos posibilidades que pensaron eran en las que podían avanzar: que la enfermedad se transmitía por contacto personal y por los fómites, y la teoría de Finlay, pero sin muchas esperanzas de que la misma fuera verosímil.

Pero algunos acontecimientos cambiaron radicalmente los hechos y se inclinó la balaza hacia las ideas del sabio cubano: el doctor Carroll, quién se había dejado picar por un mosquito infectado, contrajo una forma grave de fiebre amarilla que casi le causa la muerte; el soldado William H. Dean, recién llegado al país y sin haber visitado antes la zona endémica de la enfermedad, fue sometido a la picada experimental de un mosquito infectado y reprodujo, cinco días después, una forma grave de la misma y logró sobrevivir; el doctor Lazear murió de la afección el 25 de septiembre de 1900 a consecuencia de una picadura accidental de un mosquito infectado, mientras las enfermeras que atendían a los pacientes muy graves rara vez contraían la enfermedad a pesar de no estar inmunizadas.

Todo esto sucedió en ausencia del jefe de la comisión doctor Walter Reed, quien se encontraba fuera de la isla, en Washington D. C. Ello lo indujo a regresar rápidamente y a iniciar el trabajo experimental con voluntarios humanos, según le había sugerido Finlay en su visita que la comisión le realizara. Al efecto escogió como lugar de sus investigaciones la misma finca San José de Los Quemados, bautizada con nombre Campamento Lazear, en honor a su compañero desaparecido.

Como estrategia se aislaron a los voluntarios, con los cuales se observó una cuarentena estricta. En el campamento se construyeron dos casetas, en una de las cuales con mala ventilación e iluminación, se introdujeron por un lapso de 20 días dos grupos de voluntarios que dormían entre las ropas y otros objetos impregnados de excrementos, vómitos, sangre y otros fómites provenientes de pacientes que habían muerto de fiebre amarilla. Los dos grupos de personas pasaron esta prueba sin contraer la fiebre amarilla.

En la otra caseta, bien iluminada y ventilada, estuvieron otros dos grupos separados por una tela metálica. A los miembros de uno de ellos se dejaron picar por mosquitos, y a los del otro grupo que estaban en las mismas condiciones se protegieron cuidadosamente de los vectores.

El 8 de diciembre, el soldado John Kissinger, el primero en ser picado por los mosquitos infectados, presentó manifestaciones típicas de fiebre amarilla; pero Reed no confió en el diagnóstico de los miembros de su comisión, e invitó a la comisión auxiliar presidida por Finlay, e integrada además por los doctores Juan Guiteras Gener, William C. Gorgas y Antonio Díaz Albertini a verificarlo.

El diagnóstico inicial fue confirmado por ellos. Otros tres voluntarios fueron sometidos a la misma experiencia y uno de ellos contrajo la enfermedad, cuyo diagnóstico se confirmó por las dos comisiones.

Los resultados de los experimentos de la comisión americana fueron expuestos por Reed en su trabajo La etiología de la fiebre amarilla. Nota preliminar, que leyó el 28 de octubre de 1900 en la Asociación Americana de Salud Pública, reunida en Indianápolis. Las conclusiones que dio en ese trabajo fueron:

1ra. La sangre tomada de la circulación venosa de 18 pacientes con fiebre amarilla vivos, en diferentes días de la enfermedad, y estudiados sucesivamente no han dado más que resultados negativos en cuanto se refiere al bacilo icteroides.

2da. El cultivo hecho con sangre y órganos de 18 fallecidos por fiebre amarilla ha dado igualmente resultados negativos en lo referente a la presencia de dicho bacilo.

3ra. El bacilo icteroides (Sanarelli) no tiene ninguna relación causal con la fiebre amarilla y, cuando existe, debe ser considerado como invasor secundario en esa enfermedad.

"De la segunda parte de nuestros estudios sobre fiebre amarilla, deducimos la conclusión siguiente: el mosquito sirve de huésped intermediario para el parásito de la fiebre amarilla y es muy probable que en esta enfermedad se propague solamente por la picadura de éste insecto".
"Deseamos aquí consignar nuestro agradecimiento sincero al doctor Finlay, quién nos concedió una cortés entrevista y colocó gustosamente a nuestra disposición sus diversas publicaciones relacionadas con la fiebre amarilla durante los últimos 19 años, así como también por los huevos de la especie de mosquitos con las cuales él ha desarrollado sus inoculaciones... con los mosquitos así obtenidos hemos podido realizar nuestros experimentos."

Unos meses más tarde, en febrero de 1901, la comisión americana publicó un segundo informe titulado La etiología de la fiebre amarilla. Nota adicional, publicada en los Estados Unidos sin divulgarse en Cuba.

En el segundo número de febrero de 1901, la Revista de Medicina Tropical, fundada por el doctor Diego Tamayo, se publicó una traducción de ese informe, en el que, aunque se confirmó toda la teoría de Finlay, se le excluyó del proceso del descubrimiento y confirmación, con lo que empezó la poca honesta y anti ética acción de otorgarse la comisión a sí misma primero y a Walter Reed después todo el mérito científico de dicho descubrimiento.
Se llegó incluso a la bajeza de presentar este informe en el III Congreso Médico Panamericano, celebrado en La Habana entre el 4 y el 7 de febrero de 1901, en el que Reed dio a conocer las conclusiones finales del trabajo de la comisión bajo su mando, en una sesión que presidió el propio Finlay, y en la que se adjudicó la exclusividad del descubrimiento.

En este informe de once conclusiones, sólo dos difieren de las del maestro cubano; la tercera: " un período de doce días o más parece necesario para que el mosquito infectado sea capaz de transmitir el germen infeccioso", sobre lo que Finlay había dicho: "El mosquito infectado lo es desde el primer día volviéndose cada vez más virulento", y la oncena conclusión, en la que Reed planteó que el germen de la fiebre amarilla pasa a través de filtros de porcelana. En realidad los miembros de la comisión de Reed fueron los primeros en hablar de un virus filtrable. Ese hallazgo fue comprobado después por Parker, Beyer y Photier en Veracruz y por Marchoux, Saliven y Somond en Brasil.

El tiempo atribuido al período de incubación de la infección ha sido la base de la disputa, ya que negaron que Finlay en algún momento hubiera podido reproducir la fiebre amarilla de forma experimental pues no conocía el período de incubación extrínseca del agente causal.

Pero David Hosak dijo en 1814 que "en cada epidemia de fiebre amarilla que se presenta pasan varios días, o sea de 8 a 12 o 14, entre la aparición de los primeros casos y la comunicación de la enfermedad a otras personas, incluso en el mismo vecindario, y fue Finlay el primero que habló de la incubación extrínseca en su trabajo de 1881. En la segunda de las tres condiciones, se refirió a este período: "Prolongación de la vida del mosquito entre la picada hecha al enfermo y aquella que ha de producir la enfermedad", lo deja sin validez los argumentos teóricos de los polemistas.

La comisión americana, que conoció los estudios recientes de Henry R. Carter en 1898, en que coincidió con Hosak, pero más completos, ya que delimitó que después del primer caso de fiebre amarilla, pasaba un período de tiempo antes de que el ambiente se infectara, y a éste intervalo inexplicable de tiempo, que calculó entre 10 a 17 días, lo llamó período de incubación extrínseca. Como la comisión conocía al agente intermediario, llegó a la conclusión de que era de 12 a más días la duración del período de incubación.

Bauer y Hudson probaron en 1928 que los virus de la fiebre amarilla pueden transmitirse por la picadura de mosquitos durante y después del 9no día. Aragao comprobó en 1929 que un grupo de mosquitos era ya infectante cuatro días después de la ingestión del virus y Davis demostró en 1932 que:
1ro. El período de incubación de la fiebre amarilla en el mosquito Aedes aegypti fue acortado a elevadas temperaturas y prolongado a bajas temperaturas.
2do. La capacidad infectante se adquirió después de cuatro días a una temperatura media de 37 grados Celsius; después de cinco días a 36 grados Celsius y después de seis días a 31 grados Celsius".

Finlay respondió en 1901 al trabajo de Reed en el III Congreso Médico Panamericano: "La comisión militar ha practicado todas sus experiencias en la estación del invierno... mientras que mis experiencias han sido hechas, casi todas, en los meses de verano", lo que demuestra el conocimiento que tenía del asunto.

A partir de estos atropellos en el campo de las ideas, de despojar a un autor de sus investigaciones y de su propiedad intelectual, se inició una batalla en todas las tribunas científicas mundiales que trataran sobre la Historia de la Medicina y la Medicina Tropical, por restablecer la verdad y el honor al gran científico que fue Carlos Juan Finlay y Barrés, bandera que levantaron en un inicio sus colaboradores más cercanos Claudio delgado, Juan Guiteras, Arístides Agramonte, y los demás integrantes de la Escuela Cubana de Sanitaristas creada por el maestro y más adelante seguida por su hijo Carlos Eduardo Finlay Shine, los historiadores médicos Horacio Abascal, César Rodríguez Expósito, Saturnino Picaza de la sociedad Cubana de Historia de la Medicina y todos los científicos honestos cubanos y del resto del mundo a medida que iban conociendo la verdad.

Así el XIV Congreso Internacional Historia Medicina, celebrado en Roma-Salerno en 1954, aprobó la siguiente moción: "Solo Carlos J. Finlay, de Cuba, es el único y sólo a él corresponde el descubrimiento del agente transmisor de la fiebre amarilla, y a la aplicación de su doctrina el saneamiento del trópico".


   
   
Dr. Enrique Beldarraín y Lic. José A. López
Editores Principales
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Agradecemos la colaboración a:

Dr. José López Sánchez, Dr. Gregorio Delgado García y al Museo de Historia de las Ciencias Carlos J. Finlay