Historia de las bibliotecas

El origen de la biblioteca está ligado a la necesidad de las distintas culturas por dar cuenta de su praxis en el devenir histórico. Ello es posible gracias al lenguaje y sus múltiples expresiones, a partir de registros plasmados en soportes escritos que constituyen la esencia de su memoria colectiva. Así, desde la más remota Antigüedad, la iniciativa de almacenar información en recintos expresamente dedicados a cumplir tal función, se encuentra latente. En un principio las bibliotecas fueron instituciones consagradas a la conservación de los libros y a las que se dio simple misión de museos.
Las bibliotecas constituyeron en la antigüedad una especie de cárceles en donde los libros eran custodiados como si se tratara de peligrosos delincuentes, ya que el oscurantismo de la época así lo había impuesto y su lectura encarnaba la más alta peligrosidad para quienes no eran los amigos privilegiados de los guardianes de las bibliotecas.
Sumerios, Babilonios y Asirios:
Se cree que en los templos y palacios de Babilonia existieron muchas bibliotecas, pero ninguna de ellas sobrevivió. Algunas de las tabletas que poseía una de las bibliotecas más importantes pasaron a Asiria, y fueron copiadas por los escribas se Arsubispal, rey de Asiria, quien las conservó n su biblioteca de Nínive; esas tabletas constituyen una importante fuente de información sobre la vida de los babilonios.
Una de las bibliotecas más famosas fue la de Nínive reorganizada en el reinado de Asurbanipal, de la cual posee el Museo Británico cerca de 22 000 tabletas de arcilla.
Egipcios:
Escribían en papiro, el libro del antiguo Egipto adoptaba la forma de rollo. Poco es lo que se sabe de las bibliotecas en Egipto, se supone que existieron varias en los templos y casas particulares.
También habla Diodoro de Sicilia, otra biblioteca egipcia, fundada en su palacio de Tebas por el faraón Ossimandias, y que se ha considerado como la más antigua de que haya noticia.
Chinos:
Los chinos conocieron el arte de escribir desde tiempos muy remotos; sus libros adoptaban la forma de tabletas o rollos de papiro. De sus bibliotecas se sabe muy poco.
Griegos:
Los libros tuvieron forma de rollos, tabletas enceradas y códices.
Durante el período helenístico comienza a usarse el pergamino. Existieron bibliotecas partículares, estatales y reales. Biblioteca de Alejandría:
Otra notable biblioteca fue la de Pérgamo, fundada por el rey Eumenes II. Llegó a rivalizar la de Alejandría hasta el punto de que por tal razón en Alejandría se prohibió la venta de papiros, forzando a los habitantes de Pérgamo a buscar otra materia para escribir, descubriendo ellos la forma de hacerlo sobre pieles, a las que llamó “pergaminos”, en honor a la ciudad.
Romanos:
Julio César proyectó la creación de bibliotecas públicas, pero sus planes sólo se realizaron durante el reinado de Augusto, cuando Asinus Pollio instituyó la primera biblioteca pública en Roma, entre el 39 y 27 a.C. Para mediados del siglo IV a.C. existían en Roma por lo menos 28 bibliotecas públicas, a las cuales tenían acceso todos cuantos supieran leer, fueran libres o esclavos.
De esta manera, al tiempo que tales soportes evolucionan, el sistema de signos gráficos utilizados por las civilizaciones antiguas, harán lo propio mostrar la manera en que la humanidad percibe y construye al mundo. En este contexto, la importancia que adquiere la acumulación de documentos al interior de espacios físicos, constituirá una expresión de la sabiduría y, en consecuencia, del grado de avance de las civilizaciones.
Con el paso del tiempo, de estar al servicio de emperadores, reyes, castas o gobernantes, cobran auge las bibliotecas al interior de los monasterios, en el marco del oscurantismo, lapso en el que se da una férrea oposición a que el conocimiento se difunda a las clases populares y priva la defensa de actitudes retrógradas, por parte de los clérigos, quienes monopolizan el saber. En consecuencia, las bibliotecas de la Edad Media, así como la producción del conocimiento y su restringida distribución, están a cargo de eclesiásticos que asumieron la tarea de perfeccionar la técnica del copiado y la ilustración de textos elaborados a mano.
Los monasterios se convirtieron luego en centro de toda clase de estudios y de actividades tendientes a la conservación de obras escritas. Los materiales más usados por los monjes para escribir, fueron el pergamino, natural o teñido y la vitela.
Las primeras bibliotecas de los monasterios fueron pequeñas. Los manuscritos eran costosos. Los libros se guardaban en armarios y, de tenerlos fuera, estaban encadenados al pupitre, para mayor seguridad; habitualmente se leía de pie. En general, los libros se ordenaban por materias o por clases.
Surge la necesidad de crear bibliotecas en las universidades. Cada facultad universitaria poseía su propia biblioteca. Durante los primeros siglos de la Edad Media, el amor a los libros se refugia en los monasterios. Las primitivas bibliotecas monásticas debieron de consistir en nichos practicados en los muros provistos de anaqueles y puertas de manera. Más tarde, los libros se colocarían en armarios cerrados.
En la Edad Media las mejores bibliotecas fueron las de los monasterios e iglesias. Posteriormente, cuando se iniciaron las universidades, estos nuevos establecimientos fundaron sus propias bibliotecas y empezaron a reproducir manuscritos y obras para la enseñanza. Por las dificultades que representaba el copiar un libro, éstos eran carísimos, por lo que, para asegurarlos, se sujetaban con cadenas.
El afán de conocimiento que se suscitó en el Renacimiento provocó tal demanda de libros que no se podía satisfacer con las copias hechas a mano. Se impulso la necesidad de encontrar un medio más rápido de transmisión del saber. A mediados del siglo XV se encontró en Alemania un medio de impresión con tipos móviles. Para esa época se usó el papel, que era un material abundante y barato sobre el cual se podía imprimir. La invensión de la imprenta con tipos móviles se debe al alemán Juan Gutemberg.
Durante el Renacimiento, las familias reales y los altos dignatarios de la Iglesia rivalizaron en la colección de liros, llegando a poseer inmensas bibliotecas privadas.
Durante esta época florecen en Europa, bibliotecas importantes como: La Vaticana de Roma, la Laurentina de Florencia y la Ambrosiana de Milán. En francia la Biblioteca Nationale; en Inglaterra algunas de las Universidades como Oxford, Cambridge y la del Museo Británico (La Biblioteca Nacional).
Alemania tuvo las mejores bibliotecas del siglo XIX, tanto estatales como univesitarias, se destacaron a la vez por la magnitud de sus colecciones y por su organización.
En la Italia de los Médicis va establecerse la Biblioteca Marciana (1441). El cardenal Borromeo funda la Biblioteca Ambrosiana de Milán (1609), considerada por algunos como verdadero precedente de las modernas bibliotecas públicas.
Ello ocurre en el siglo XII, mientras en la geografía del viejo continente tiene lugar la creación de universidades posibilitando que el libro, y por extensión, los centros que resguardan el conocimiento se trasladen a otros espacios donde su difusión contemple a otros sectores de la escala social.
En el siglo XX, las bibliotecas adquirieron un aumento extraordinario, tanto en su tamaño, como en su importancia, debido al incremento de publicaciones y a la ayuda que prestan en la vida educacional, social y cultural de un pueblo. Se crean bibliotecas especializadas, con el fin de suministrar los elementos de información indispensables para los lectores especializados.
La forma que adopta el libro no se limita ya, a las páginas impresas, ha evolucionado, en filmes cinematográficos, transparencias, libros, programados, discos, cintas magnetofónicas, microformas. El libro adopta hoy, cualquier forma que demuestre ser eficaz para el registro, conservación y divulgación de la información y el conocimiento.
La nueva imagen de la biblioteca reflejada en la arquitectura misma de los nuevos edificios, con sus enormes ventanas, espaciosos salones de lectura bien iluminados, invitan a la inestigación, consulta y estudio.
Se logró modificar el concepto antiguo de las bibliotecas y se les imprimió el sentido de museos y centros de investigación abiertos al público. En la época moderna las bibliotecas han adquirido un concepto revolucionario, se han convertido en verdaderos centros de acción intelectual y cultural, en donde todo gira en torno al libro y en las cuales se adelantan infinidad de actividades artísticas, sociales y culturales para atraer al público, sea o no analfabeto.
En ese tenor, el impulso y creación de bibliotecas se incrementa hasta hacer de ellas un lugar donde a adopción de un nuevo paradigma tecnológico, determinan el tipo de biblioteca, dentro de la gama de opciones ofrecidas a un usuario que demanda satisfacer necesidades distintas de información, donde ésta, con base en l es presentada en innovadores soportes digitales que contribuyen a su desmaterialización.
Con el desarrollo de las tecnologías de la información las bibliotecas inician un proceso de cambio y adecuación para poder hacer uso tanto de los nuevos soportes electrónicos, de Internet y de una nueva forma de organización de la función bibliotecológica.
Las bibliotecas poco a poco han tenido que introducir en su servicio todo lo relacionado con sistemas automatizados para lograr mantenerse dentro los cambios que las TCI han generado en todos los aspectos de la vida social. Entre los problemas que presenta hablar de Bibliotecas on line se encuentra la dificultad para lograr un consenso en la forma que ha de ser denominada en español, existen distintas formas para hablar de este tipo de biblioteca, las principales son: virtual, electrónica y digital; aunque existen otras formas como es biblioteca en línea o en red.
