miércoles, 30 de abril de 2025
Portal de Infomed
 Página Inicial
Medicina de Rehabilitación BIOMECÁNICA


Anatomía del sistema linfático

LA   LINFA Y SU DRENAJE MANUAL

 

DR. FREDERIC VIÑAS

 

 

INTRODUCCIÓN

Desde tiempos del gran médico Hipócrates (460-377 a.C) se conoce la existencia de una especie de «sangre blanca» en el cuerpo humano. El venerado padre de la Medicina occidental se refería sin duda a la linfa intestinal que habitualmente presenta un aspecto lechoso. Otro gran personaje de la Antigüedad y que también fue médico, aparte de afamado filósofo, como Aristóteles, cita en sus escritos la existencia de un «líquido incoloro», refiriéndose al aspecto más generalizado que tiene la linfa en nuestro organismo.

La linfa es el líquido que contienen en su interior los vasos linfáticos. Todos ellos forman en su conjunto el sistema linfático vascular, que resulta básico para la supervivencia y salud del cuerpo humano.

Además de este sistema vascular linfático existen una serie de estructuras (órganos) linfáticas que desempeñan una misión básicamente defensivo-inmunitaria, constituyendo todo ello el sistema linfático (orgánico y vascular) y una ciencia que lo estudia: la linfología.

No obstante, a diferencia del gran desarrollo médico que ha alcanzado la angiología (estudio de los vasos sanguíneos arteriales y venosos) el nivel de conocimientos que durante muchos años se ha tenido de la circulación linfática ha sido más bien pobre, hasta que gracias a las modernas técnicas de investigación podemos decir que en la actualidad se conoce bastante bien el sistema linfático, tanto en sus aspectos inmunológicos, como los propiamente vasculares y transportadores de la linfa.

A pesar de ello, el conocimiento del sistema vascular linfático es bastante superficial, incluso dentro de la mayoría de la clase médica del país, ya que en los planes de estudio de la carrera de Medicina se aborda de una forma bastante simple. Por todo ello no debe extrañarnos que muchos médicos muestren todavía un cierto escepticismo al oír hablar de una terapia manual (tan poco apreciadas en general) que actúa sobre el sistema linfático vascular (tan poco conocido en su estructura y funciones).

Si bien el Drenaje Linfático Manual (DLM) fue descubierto de forma intuitiva y un poco visionaria por Emil Vodder y durante muchos años fue considerado un método alternativo o marginal, es decir, no académico, en la actualidad goza ya de una base científica bien estructurada, gracias a los años de investigaciones que médicos y profesores universitarios, como M. Fóldi, S. Rubik, A. Castenholz, A. Gregl, J.R. Casley-Smith, entre otros, dedicaron a este tema.

Entendemos por drenaje linfático manual la activación manual del drenaje de líquido intersticial a través de hendiduras microscópicas en los tejidos (canales prelinfáticos) y de linfa a través de vasos linfáticos.

El conocimiento de esta técnica requiere saber y entender no solo los aspectos teóricos del método, sino, ante todo, aprender bien las manipulaciones prácticas, tan diferentes a las del masaje clásico convencional.

El DLM está indicado en el tratamiento de una gran cantidad de trastornos, siendo especialmente útil ante estados edematosos (hinchazones) que básicamente tengan un origen linfático (linfedemas). En otros casos el DLM es una terapia complementaria, de apoyo o acompañante en campos tan diversos como la la traumatología, la dermatología, etc. Con DLM podemos tratar con éxito desde pequeñas hinchazones (tenosinovitis, hematomas, acné, etc.), hasta grandes linfedemas (brazos, piernas, etc.), siempre que exista una posibilidad real de drenaje. En caso de grandes edemas (elefantiasis, por ejemplo) para conseguir resultados estables se hace preciso emplear también ciertas medidas de apoyo (KPE).

Hemos puesto el máximo interés en utilizar un lenguaje claro y preciso en este libro y en acompañar los textos de una gran cantidad y variedad de fotos e ilustraciones para facilitar el aprendizaje del DLM, tanto en su parte teórica, como en sus aspectos prácticos. Creemos que la obra va a resultar de gran ayuda tanto para masajistas, esteticistas y fisioterapeutas, como para diplomados en enfermería y médicos interesados en conocer el DLM. El planteamiento de la parte práctica se ha elaborado teniendo muy en cuenta aspectos de índole pedagógica. Evidentemente, el DLM no se aprende únicamente leyendo un libro, pero sí que es fundamental que éste facilite la labor de aprendizaje. Se han abandonado algunas manipulaciones obsoletas del antiguo método Vodder que. tenían un valor más de apariencia que de drenaje linfático real. Se ha ordenado la superficie corporal en zonas o cuadrantes linfáticos y éstas en partes anatómicas bien delimitadas. Se ha esquematizado además cada cuadrante linfático, destacando las manipulaciones fundamentales en cada caso, todo lo cual facilitará la comprensión y la labor creativa de quienes deseen hacer uso del DLM. Al final de la obra se ofrece además una amplia bibliografía, así como información sobre las posibilidades de su aprendizaje.

 

EL SISTEMA CIRCULATORIO SANGUÍNEO

Está formado por un sistema tubular (vasos sanguíneos) cerrado y conectado a un poderoso motor, el corazón, que impulsa a través de ellos entre seis y siete mil litros de sangre cada día.

Los vasos sanguíneos tienen diferentes formas y funciones:

1)  Las arterias: llevan la sangre del corazón a los tejidos de nuestro organismo. Se van ramificando como las ramas de un árbol, disminuyendo su calibre a medida que se alejan del corazón. También la velocidad y la presión de la sangre en su interior se van haciendo menores cuanto más estrechas son. Poseen una capa envolvente de fibras musculares que les confieren un cierto grosor, resistencia y elasticidad, lo que les permite contraerse y relajarse según las necesidades de cada momento. Las más finas o estrechas se denominan arteriolas y se encuentran justo antes de:

2)  Los capilares sanguíneos: son los vasos sanguíneos más finos que existen, con un diámetro entre 0,007 y 0,01 mm. Su grosor es pues inferior al de nuestros cabellos. Se hallan repartidos prácticamente por todo nuestro cuerpo. Hay tal cantidad en nuestro organismo que poniéndolos en fila darían unas cinco veces la vuelta a la Tierra. A través de ellos se verifica el paso de las sustancias nutritivas de la sangre a las células de los tejidos y de los residuos de éstas a la sangre, que los transporta a los órganos de eliminación de nuestro cuerpo: intestino, riñones, piel, etc. Una parte de estos residuos y de líquido intersticial sale de los tejidos por vía linfática. Esta cuestión la trataremos más adelante, evidentemente con mayor detalle. A los capilares les siguen:

3)  Las vénulas (venas de pequeño calibre) hasta terminar en las venas de gran calibre. Llevan la sangre de vuelta al corazón, excepto en la circulación pulmonar, en la que ocurre lo contrario. La sangre cargada de oxígeno y, por lo tanto, de color rojo vivo que llevaban las arterias ha ido cediéndolo a las células de los tejidos, a través de los capilares sanguíneos. También a través de ellos se ha ido cargando de dióxido de carbono (gas residual del metabolismo celular), por lo que la sangre del interior de las venas aparece mas oscura y cargada de residuos. Las venas poseen unas paredes más delgadas y casi diez veces más elásticas que las arterias, lo que les permite almacenar una enorme cantidad de sangre sin que aumente apenas la presión en ellas. Esto explica por qué no siempre que acumulen mucha sangre (cómo sucede, por ejemplo, con las varices) se va a producir un aumento de la presión venosa suficiente para dar lugar a edemas (acumulo de líquido en los tejidos). Aspecto que entenderemos mejor cuando nos ocupemos de las leyes de Starling.

Hemos citado el corazón como poderoso motor impulsor de la sangre pero este fenómeno sólo destaca en las arterias, arteriolas y en los capilares sanguíneos. Surge ahora la pregunta ¿qué mecanismos permiten hacer regresar la sangre de las venas al corazón? La circulación de retorno en todas aquellas partes del cuerpo que están por debajo del corazón debe vencer la ley de la gravedad para llegar a él. Esto sólo es posible porque las venas poseen en su interior unas válvulas que hacen que la sangre circule hacia el corazón y no en sentido contrario.

Los principales mecanismos impulsores de la sangre en las venas son fundamentalmente:

1) La actividad muscular. Durante el ejercicio físico los músculos, al contraerse, comprimen la sangre del interior de las venas. Las válvulas venosas determinan que la sangre circule en un sólo sentido, evitando su retroceso o reflujo. Durante la fase de relajación muscular, las venas vuelven a llenarse de sangre. Este fenómeno es especialmente importante en las piernas. Los músculos de las pantorrillas, concretamente los gemelos, desempeñan un papel decisivo. Para aprovechar al máximo su función impulsora de la sangre en las venas de las piernas, conviene ejercitar estos músculos andando a menudo y con un calzado sin tacones altos. También la natación resulta de gran ayuda.

2)  Los movimientos respiratorios. Sobre todo cuando los practicamos con cierta intensidad (ejercicios respiratorios). Su área de influencia es fundamentalmente la circulación venosa de tórax y abdomen. Durante la inspiración disminuye la presión dentro del tórax y aumenta la intraabdominal, lo que va a favorecer el retorno de sangre al corazón.

3)  El efecto de la gravedad. Va a favorecer el retorno venoso en aquellas venas que están en partes del cuerpo situadas por encima del corazón.

4)  El efecto aspirante del corazón. Aunque al corazón se lo cita como una especie de bomba hidráulica impelente-aspirante, el efecto impulsor domina con mucho sobre el segundo, que es bastante débil.

5)  La pulsación de las arterias vecinas. Estas ejercen un efecto compresor débil pero rítmico y constante sobre las venas vecinas. Arterias, venas, nervios y vasos linfáticos suelen discurrir conjuntamente formando los llamados «paquetes vásculo-nerviosos» de los diferentes órganos y tejidos de nuestro cuerpo.

En las piernas distinguimos claramente dos capas de venas:

1)  las venas profundas que circulan entre los músculos (venas intrafasciales) y junto a las arterias locales, aprovechándose de su efecto pulsátil y del efecto compresor de los músculos que las rodean.

2)  las venas superficiales que circulan por debajo de la piel por fuera de los músculos (venas extrafasciales), y que no se van a ver influenciadas por el efecto compresor-impulsor muscular. Al no circular tampoco junto con arterias no van a poder aprovecharse del efecto pulsátil de éstas. Por ambos motivos presentan un mayor número de trastornos (varices, por ejemplo) que las profundas. Para paliar en parte esta circunstancias nuestro organismo dispone de venas perforantes que comunican las venas superficiales con las profundas.

Con la bipedestación estática, las venas (superficiales, profundas y perforantes) se llenan de sangre. Durante la marcha (contracción muscular de las pantorrillas) se empuja la sangre de las venas superficiales a las profundas, y de ahí hacia arriba.

 

 

EL SISTEMA LINFATICO

 

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

El sistema linfático en su estructura y funciones ha sido un gran desconocido en la historia de la medicina hasta no hace muchos años. Los modernos avances tecnológicos como el microscopio electrónico, la tomografía computerizada o el desarrollo de especialidades médicas como la anatomía microscópica, la cirugía y la inmunología han permitido adentrarnos en un conocimiento más profundo del sistema linfático. De todas formas ya en la Antigüedad se conocía parte de él aunque no se sabía cuáles eran sus funciones.

Hipócrates (460-377 a.C.) y más concretamente los escritos de los seguidores de su escuela («Corpus Hipocraticum») citan la existencia de unos vasitos o conductos que llevaban «sangre blanca». Concretamente se refieren a los vasos linfáticos intestinales (vasos quilíferos) pues la linfa que proviene del intestino delgado, al estar cargada de partículas de grasa (quilomicrones), tiene un aspecto lechoso.

Aristóteles (384-322 a.C.) el gran filósofo griego discípulo de Platón, médico y profesor de Alejandro Magno, ya en su época citaba la existencia de unos vasos que contenían un líquido incoloro, que es el aspecto habitual de la linfa.

Herófilos, otro médico griego de la famosa Escuela de Alejandría, escribía textualmente: «De los intestinos salen unos conductos (vasos) que no van a parar al hígado, sino a una especie de glándulas»... lo que hoy conocemos como ganglios linfáticos.

Después de la apasionante época de la Antigüedad clásica pasaron casi dos mil años en los que en Occidente apenas se progresó en el campo de la medicina por culpa, fundamentalmente, de la Iglesia Católica, que prohibía las disecciones y estudios anatómicos en cadáveres. Hasta el siglo XVII gracias a los nuevos aires que trajo el Renacimiento se redescubrió y se volvió a estudiar al sistema linfático vascular gracias a las aportaciones del italiano Gaspare Aselli (1581-1626), que en 1622 descubrió la existencia de unos vasos de aspecto lechoso en el intestino del perro y que apenas se distinguían cuando la vivisección se realizabacon el animal en ayunas, lo que le hizo relacionar el contenido de esos vasos con el proceso digestivo.

Por otra parte, el francés Jean Pecquet (1622-1674) descubrió en 1651 en un cadáver humano la existencia del conducto torácico (ductus toracicus) y una especie de receptáculo en su inicio que se denominó cisterna chyli o cisterna de Pecquet en honor a su descubridor.

Dos grandes figuras de su tiempo, el sueco Olf Rudbeck (1630-1702) y el danés Thomas Bartholin (1655-1738) fueron los primeros en relacionar todos estos descubrimientos parciales y en considerar al sistema linfático vascular como una unidad funcional. Rudbeck definía los ganglios linfáticos como «Glandulae aquosae», por el líquido claro que hay en su interior, mientras que Bartholin fue el primero en usar la denominación «Vasa lymphatica» (vasos linfáticos) y la de «Lympha» (linfa) para su contenido, por el aspecto limpio o de agua clara que tiene ésta.

A finales del siglo pasado un profesor de cirugía austríaco, el Dr. A. Winiwarter (1848-1917) desarrolló un método de tratamiento de los grandes edemas de las extremidades basándose en la triple combinación de: suave masaje de proximal a distal, aplicación de medidas compresivas y elevación postural de las extremidades afectadas para favorecer el retorno linfático. No obstante, a pesar de conseguir buenos resultados, este método cayó desgraciadamente en el olvido al cabo de unos años.

A principios de los años 30 el matrimonio danés Emil y Estrid Vodder trabajaban como fisioterapeutas en Cannes, en la Costa Azul francesa. Gran parte de sus pacientes procedían de la húmeda y fría Inglaterra. La mayoría venían aquejados de enfermedades infecciosas crónicas de las vías respiratorias superiores (sinusitis, faringitis, rinitis, amigdalitis, etc.), atraídos por el clima soleado del Mediterráneo. Lo que más sorprendía a Vodder era que a prácticamente todos ellos se les palpaban unos ganglios linfáticos del cuello hinchados y duros. Intuitivamente se le ocurrió que un suave masaje de estos ganglios mejoraría el estado de salud de aquellos pacientes crónicos, lo cual se confirmó ampliamente en la práctica. El Dr. Vodder (1896-1986) a pesar de no ser médico, ya que en realidad era doctor en filosofía, hizo un descubrimiento genial que ha constituido un gran avance dentro del campo de la medicina y de la estética. Según él, la idea inicial del drenaje linfático se le ocurrió en sueños. Lo cierto es que atreverse a masajear ganglios cuando la medicina oficial de la época recomendaba no tocarlos merece cuanto menos la admiración de todos nosotros. Realmente masajear los ganglios linfáticos en una infección aguda en la que aparecen hinchados y dolorosos constituye una verdadera contraindicación, pero no así en la mayoría de afecciones de tipo crónico en las que en la palpación ganglionar no es dolorosa. También hay que descartar que los glanglios se hallen afectados de ciertos procesos patológicos (tuberculosis, toxoplasmosis, tumores, etc.). El matrimonio Vodder se dedicó entonces en cuerpo y alma a profundizar sobre las posibilidades del nuevo tipo de masaje desarrollado por ellos, naciendo así lo que hoy conocemos como Drenaje Linfático Manual (DLM). Observaron cómo muchos trastornos de tipo médico y del campo de la estética (hinchazones y sus consecuencias) mejoraban de forma notoria con la práctica del DLM. En la primavera de 1936 se presentó en París por primera vez el DLM, concretamente en un congreso sobre belleza («Santé et beauté») que se realizó en la capital francesa. El Dr. Vodder, como seguidor que fue de la medicina humoral en su sentido más clásico, en un principio, le atribuyó a la linfa un papel nutritivo y regenerador de los tejidos del cuerpo que no se ajusta a la realidad, ya que la linfa es un líquido que transporta residuos y no tiene funciones nutritivas. No obstante al activar la salida de linfa y de líquido intersticial encharcado mediante el DLM sí que mejora la «calidad» de los tejidos afectados, pero no porque los nutra mejor, sino, ante todo, porque los «limpia» mejor. Estas inexactitudes por parte de Vodder y el hecho de no ser médico fueron motivo de prejuicios por gran parte de la clase médica durante muchos años, a pesar de mostrarse el DLM como un excelente método en la práctica. En un principio sólo un grupo, si bien cada vez mayor, de masajistas y esteticistas, siguieron las enseñanzas de Vodder hasta que no hace muchos años investigadores médicos como los profesores Fóldi y Kunke en Alemania, Casley-Smith en Australia o Collard en Bélgica, entre otros, comenzaron a interesarse por el sistema linfático vascular y a estudiar los efectos del DLM a un nivel mucho más científico que el desarrollado por Vodder.

Yo tuve la oportunidad de conocer personalmente al Dr. Vodder en Alemania a finales de la década de los 70. Realmente fue una persona carismática, enormemente atractiva por su bondad y sencillez y, como la mayoría de los grandes personajes, con un excelente sentido del humor. Si la aportación de Vodder con su DLM resulta interesante en el tratamiento de muchos trastornos, donde resulta verdaderamente insustituible es en el tratamiento de los edemas linfostáticos o linfedemas. Pensemos, por ejemplo, en la gran cantidad de mujeres que desgraciadamente han tenido que ser operadas de cáncer de mama y a las que se ha extirpado un pecho y los ganglios axilares correspondientes. Al cabo de un par de años muchas van a desarrollar un pertinaz edema (hinchazón característica) del brazo al que se quitaron los ganglios. La única forma posible no cruenta para resolver estos casos es justamente aplicar el DLM de forma sistemática. Por dicho motivo, en Alemania, la Seguridad Social abona en la actualidad los tratamientos con DLM, siempre que los prescriba un médico y los realice un fisioterapeuta o un masajista profesional.

En los últimos años de su vida Vodder cedió la representación de su método a la escuela Walchsee en Austria y al profesor Foldi en Alemania. La gran demanda del aprendizaje del DLM a dado lugar a que aparecieran otras nuevas escuelas y variantes en la puesta en practica del método, aclarando ciertos conceptos, simplificando y destacando lo esencial del DLM, haciéndolo más comprensible y facilitando su aprendizaje. La práctica del DLM le debe mucho al Dr. Vodder, ya que no se entiende sin la figura de su fundador, pero esto no es óbice para que el DLM no pueda evolucionar y se modifiquen aquellos aspectos técnicos susceptibles de mejora. Así, por ejemplo, hay algunas manipulaciones ideadas por Vodder que no ejercen ningún efecto drenante y más bien están de adorno, por lo cual nos hemos decidido a seguir una técnica mucho más lógica y razonable pero, por supuesto, respetando la esencia fundamental de las manipulaciones del DLM. Por este camino conseguimos una mejor comprensión y un más fácil aprendizaje de este particular método de masaje.

Hasta hace relativamente pocos años, en el tratamiento de los grandes edemas sólo se utilizaba el DLM. Actualmente el DLM se incluye en un concepto más amplio: el KPE («Komplexe Physikalische Entstauungstherapie») en la que se incluye el DLM complementado con vendajes compresivos, cuidados de la piel, ejercicios de kinesiterapia y tratamiento postural.

El objetivo principal de este libro es facilitar el aprendizaje del DLM separando el grano de la paja y convertir al practicante de este método en un ser pensante y creativo sin dejarse obsesionar ni tener que aprender de memoria toda una compleja serie de pasos poco inteligibles, como ha sucedido hasta ahora en las escuelas más tradicionales. El DLM es un excelente método que complementa otras terapias manuales, como el masaje corporal, la reflejoterapia podal y la quiropraxia, ya que su campo de indicaciones abarca trastornos a los que estas otras terapias no llegan. Con su aprendizaje, nuestras posibilidades terapéuticas van a hacerse muchos mayores.

 

LOS ÓRGANOS LINFÁTICOS

El sistema linfático está formado por una serie de órganos y un sistema tubular (vasos linfáticos), cada uno de ellos con estructuras y funciones bien diferenciadas.

En los órganos linfáticos se forman unas células denominadas linfocitos que desempeñan un papel fundamental en los mecanismos defensivos de nuestro organismo. Estos órganos son los que describimos en las páginas siguientes:

Órganos linfáticos

1. Amígdalas. Anillo linfático de Waldeyer (defensas inmunitarias para garganta

y cavidad bucal)

2.  Timo (linfocitos I)

3. Bazo (órgano inmunitaño central en el sistema circulatorio sanguíneo)

4. Médula ósea roja (formación de células sanguíneas e inmunitañas)

5. Placas de Peyer (defensas inmunitarias en el intestino grueso y apéndice)

6. Ganglios linfáticos

 

La médula  ósea

En ella se forman todas las células de la sangre (linfocitos incluidos). Se halla en la cavidad de los huesos. En un principio es roja y con la edad va siendo sustituida en parte por tejido graso (médula ósea amarilla). En la formación de células sanguíneas tiene especial interés la que se encuentra en el interior de las costillas, cuerpos vertebrales y esternón, así como en los huesos cortos de manos y pies.

El timo

Se trata de un órgano de consistencia blanda situado detrás del esternón. Alcanza su máximo desarrollo al llegar a la pubertad (hasta unos 40 gramos de peso), atrofiándose progresivamente después y alcanzando en la edad adulta un peso de unos 6 gramos, siendo sustituido buena parte de él por tejido adiposo. El timo ejerce una clara influencia sobre el desarrollo y maduración del sistema linfático y en la respuesta defensivo-inmunitaria de nuestro organismo. También parece influir en el desarrollo de las glándulas sexuales y en el crecimiento del individuo.

El bazo

Órgano situado en la parte superior de la cavidad abdominal, (hipocondrio izquierdo) entre el estómago y el riñon izquierdo. Tiene unos 12 cm de largo y no llega a los 200 gramos de peso. Así como los ganglios linfáticos actúan como filtros depuradores de la linfa que pasa por ellos, de forma parecida actúa el bazo con la sangre que circula en su interior, filtrando, reteniendo y destruyendo los glóbulos rojos y otras células de la sangre cuando están deterioradas o demasiado viejas. El bazo actúa también como órgano de depósito de sangre, cargándose de ella como si fuera una esponja y aumentando de tamaño. Ante un ejercicio físico intenso los músculos necesitan un mayor aporte sanguíneo; para resolverlo, el bazo se contrae, mandando sangre al torrente circulatorio y dando una típica sensación de pinchazo («flato») que nada tiene que ver con la formación de gases en el intestino. El bazo también interviene en la formación de linfocitos.

La sangre que sale de él lleva sesenta veces más linfocitos que la sangre que recibe. Por otra parte, actúa como depósito del hierro que liberan los glóbulos rojos destruidos. Destaca, asimismo, como órgano defensivo (fagocitosis y formación de anticuerpos, entre otras funciones), actuando de forma parecida, en este aspecto, a los ganglios linfáticos.

Los ganglios linfáticos

Por la estrecha relación que guardan con el sistema linfático vascular, en el que actúan como estaciones intermedias depuradoras, y de éste con el Drenaje Linfático Manual, nos ocuparemos de ellos con más detalle unas páginas más adelante.

 

Las amígdalas

Se trata de órganos formados por tejido linfoide, situadas alrededor de la garganta donde desempeñan funciones supuestamente defensivas por su constitución y por hallarse en la puerta de entrada de las vías respiratoria y digestiva. El nombre de amígdala procede del griego (amygdak) y significa almendra, por su parecido a ellas. Según su localización distinguimos: dos amígdalas «palatinas» (las más conocidas), dos «tubaricas» (en la garganta, junto al orificio de entrada de las trompas de Eustaquio que, como sabemos, comunican con el oído medio), una amígdala «faríngea» (en la bóveda nasofaríngea) y una «lingual» (en la base de la lengua). Todas ellas, junto con tejido linfoide de las paredes laterales de la garganta forman una especie de anillo defensivo (anillo linfático de Waldeyer). En él los linfocitos entran enseguida en contacto con los gérmenes patógenos que hayan podido penetrar por la nariz o por la boca y de esta forma pueden desencadenar una pronta respuesta defensiva por parte de nuestro organismo.

Los folículos linfoides de las mucosas

En ciertas mucosas como las que recubren interiormente el intestino y las vías respiratorias se encuentran unos acúmulos de tejido linfático (folículos linfoides) que en la zona del apéndice (vermicular) se agrupan formando las llamadas «placas de Peyer».

El funcionamiento de los órganos linfáticos es poco influenciable por el DLM. No obstante, aunque no existen rigurosos estudios hechos con la suficiente profundidad para demostrar científicamente que el DLM ejerce una influencia positiva sobre los mecanismos defensivo-inmunitarios del organismo, en la práctica son muchos los testimonios que atribuyen al DLM buenos resultados como método fisioterápico para mejorar la respuesta defensiva de las partes del cuerpo «tratadas» (garganta y amígdalas, sobre todo) especialmente en el caso de procesos infecciosos o irritativos crónicos. No olvidemos que al fin y al cabo la historia del DLM comenzó gracias a los buenos resultados obtenidos por Emil Vodder en el tratamiento de afecciones crónicas de las vías respiratorias superiores.

LOS VASOS LINFÁTICOS

Aunque antiguamente ya se sabía de la existencia de grandes vasos o troncos linfáticos en el cuerpo, la anatomía y fisiología del sistema linfático vascular en su conjunto no se ha conocido con detalle hasta fechas bastante recientes, gracias al empleo de las más modernas tecnologías de investigación. Los vasos linfáticos se encargan de llevar la linfa que se forma en los tejidos hacia el sistema venoso, donde desemboca, concretamente en la base del cuello, en el ángulo formado por las venas yugular interna y subclavia («Terminus»). El sistema linfático vascular se adapta automáticamente a la cantidad de linfa que se forme. Si ésta aumenta, aumentan también la frecuencia y la amplitud de las pulsaciones de los linfagiones, por lo que el sistema linfático vascular actúa a modo de válvula de seguridad o mecanismo compensador cuando se alteran los equilibrios de Starling, que veremos más adelante.

Los vasos linfáticos tienen diferentes formas, tamaños y funciones que vamos a exponer a continuación:

Canales prelinfáticos

En realidad no son vasos linfáticos, ya que les falta la forma y la capa endote-lial que define a las estructuras vasculares, pero por su función conductora de la prelinfa (líquido intersticial) hasta los capilares linfáticos los incluimos en este capítulo. Se trata de pequeños canales entre las fibras y la sustancia fundamental del tejido conjuntivo que se encuentra entre los diferentes tejidos orgánicos y por los cuales se mueve esta prelinfa hacia los capilares linfáticos.

Capilares linfáticos

Constituyen el inicio del sistema linfático vascular. Se hallan presentes prácticamente en todo el organismo, a excepción de la sustancia ósea, cartílagos, pelos, uñas y sistema nervioso central (cerebro, médula espinal, etc.). Los capilares linfáticos tienen forma de dedo de guante y se hallan intercomunicados formando una especie de red tubular. Están constituidos por una capa de células endoteliales cuyos bordes ondulados se superponen ligeramente unos sobre otros como las tejas de un tejado.

Al igual que ocurre con los capilares sanguíneos, en condiciones normales de reposo, gran parte de ellos están más o menos inactivos, ya que en esta situación el organismo lo permite. Pensemos que, normalmente, en todo nuestro cuerpo sólo se forman de 1 a 2 litros de linfa; cifras que aumentan espectacularmente cuando se establece una situación de linfostasis o acumulo de líquido en los tejidos. Los bordes libres de las células endoteliales que forman la pared de los capilares linfáticos están sujetos a las fibras del tejido conjuntivo del entorno mediante unos filamentos. Su existencia permite que si aumenta la cantidad de líquido en el espacio intersticial los capilares linfáticos presentes no se aplasten o colapsen, sino que una parte de los bordes celulares cedan y entre líquido en el interior de los capilares linfáticos, mientras que los bordes sujetos con los filamentos se mantienen firmes. Esta especie de mecanismo de apertura y cierre (swingingjlaps) permite una rápida entrada de la carga linfática al interior de los capilares linfáticos y de partículas de gran tamaño molecular (proteínas, restos celulares, etc.) que no podrían salir de otra manera de los tejidos donde se producen. Los finos capilares linfáticos se intercomunican entre sí y con los «pre-colectores linfáticos» formando una especie de red (plexo vascular linfático). Estas nuevas estructuras ya presentan en su interior válvulas que van a dar lugar a los linfangiones o angiones linfáticos.

DIFERENCIAS ENTRE CAPILARES LINFÁTICOS Y CAPILARES SANGUÍNEOS

CAPILARES LINFÁTICOS

1.  Tienen forma de dedo de guante y constituyen los vasos linfáticos iniciales.

2.  Llevan linfa en su interior.

3.  Están formados por células endoteliales, superpuestas en sus bordes. Apenas hay en ellos membrana basal.

4). Están sujetos a su entorno con filamentos que permiten la entrada de líquido y partículas de gran tamaño molecular.

CAPILARES SANGUÍNEOS

1.  Tienen forma de tubo, son algo más estrechos que los linfáticos y se hallan entre arteriolas y vénulas.

2.  Llevan sangre.

3.  Están formados por células endoteliales envueltas por una consistente membrana basal.

4.  Carecen de estas estructuras y por lo tanto de cualquier tipo de abertura importante hacia su interior.

Precolectores, colectores y angiones linfáticos

Conectados a la red capilar, existen unos vasos linfáticos con válvulas en su interior y con una estructura y funciones características. Por una parte, conducen la linfa hacia vasos de mayor calibre (colectores linfáticos), si bien en algunos tramos todavía conservan una función parecida a la de los capilares linfáticos. Se los denomina precolectores linfáticos.

Tanto los precolectores como los colectores linfáticos poseen en su interior válvulas que en condiciones normales determinan que la linfa circule en la dirección y sentido adecuados y no en sentido contrario.

Recibe el nombre de linfangión o angión linfático la porción de vaso linfático existente entre dos válvulas consecutivas. Precolectores y colectores linfáticos están formados por un sinnúmero de linfangiones. Ello les confiere un aspecto arrosariado con dilataciones y estrecheces (válvulas). Los linfangiones están rodeados en su parte central por finas fibras musculares lisas y receptores nerviosos que, cuando aprecian cierto grado de tensión o dilatación, como sucede, por ejemplo, al llenarse de linfa, se contraen automáticamente y así, de forma lenta, va desplazándose la linfa. Actúan pues como unidades funcionales a modo de pequeños y rudimentarios corazoncitos.

Con las manipulaciones de DLM se produce un estiramiento longitudinal y transversal de los angiones linfáticos, lo cual estimula su automatismo y, por lo tanto, su capacidad de transporte. Si aplicáramos masajes más vigorososos, como sucede, por ejemplo, con el masaje corporal, se produciría un espasmo reactivo que entorpecería el drenaje de la linfa. En condiciones normales, los linfangiones se contraen unas 10-12 veces por minuto, restando una pausa de llenado de 5-6 segundos cada vez. Evidentemente, cuando por alguna causa se produce un aumento del líquido intersticial (prelinfa) se incrementa automáticamente la actividad de los linfangiones para evitar que se mantenga esa alteración.

Entre los colectores más o menos próximos existen entre sí intercomunicaciones en forma de colaterales y ramas anastomóticas. Esta disposición anatómica posibilita el que la linfa de un determinado territorio pueda seguir caminos colaterales si encuentra algún obstáculo en su camino.

En caso de interrupción traumática (golpe, herida, etc.) de los colectores linfáticos, se interrumpe transitoriamente el flujo de la linfa y, si la lesión no ha sido muy amplia, se suele resolver espontáneamente al cabo de poco tiempo gracias a las intercomunicaciones antes citadas. Más problemática resulta la extirpación quirúrgica de un grupo ganglionar que recoge la linfa de todo un cuadrante linfático, como sucede tan frecuentemente en el tratamiento quirúrgico del cáncer.

El organismo trata de vencer todos estos obstáculos utilizando vías colaterales que sobrepasan la barrera ganglionar, si bien suelen ser poco numerosas y no en todas las personas están presentes. Así, por ejemplo, la linfa que sube por el brazo no toda va a parar a los ganglios de la axila, sino que una pequeña parte sube por colaterales que van directamente al «Terminus» por la zona deltoidea. Algo similar sucede con la linfa que sube por los linfáticos de la pierna y que no toda ella va a pasar por los ganglios de la ingle.

Otras veces, gracias a las redes capilares cutáneas y de las fascias (cubiertas) musculares, la linfa acumulada por un obstáculo en los colectores locales va a poder superarlo haciendo un rodeo, tal como se observa en la figura superior. Otra forma de reaccionar el sistema linfático vascular a su interrupción traumática es formando nuevos vasos linfáticos que unen las terminaciones vasculares libres que han quedado al interrumpirse su camino. No obstante, todas estas intercomunicaciones pueden no ser suficientes para que toda la linfa formada pueda pasar por ellas sin sufrir un entorpecimiento y originar un linfedema. En tales casos el DLM constituye la elección más idónea para solucionar el problema.

Imprimir Artículo
: Editor Principal. Especialista de I Grado en Medicina Física y Rehabilitación | Hospital Provincial "Manuel Ascunce Domenech", MINSAP| calle e/ . municipio, Camagüey, CP, Cuba | Teléfs.: , Horario de atención: 8:30 a.m. a 5:00 p.m., de Lunes a Viernes


Nosotros suscribimos Los Principios del código HONcode de la Fundación Salud en la Red
 Nosotros suscribimos
 los Principios HONcode.
 Compruébelo aquí
Webs Médicas de Calidad Contenido Digital Cubano 2005 Premio Stockholm Challenge 2002