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jueves, 18 de abril de 2024
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OPS premia al Dr. Francisco Rojas Ochoa

OPS premia al Dr. Francisco Rojas Ochoa con su distinción por la excelencia panamericana en servicio a la salud

El lunes 26 de septiembre de 2005 en ocasión del 46 Consejo Directivo de la Organización Panamericana de la Salud se otorgó el PREMIO OPS EN ADMINISTRACIÓN del año 2005 al Dr. Francisco Rojas Ochoa. Este premio de la Organización Panamericana de la Salud en Administración, que se otorga en reconocimiento de una contribución destacada en materia de gestión administrativa dentro del marco de los servicios nacionales de salud data de 1969.

En el anuncio oficial, la Dra. Steiger, Presidente del Comité Ejecutivo) informó textualmente que el otorgamiento al Dr. Rojas Ochoa se había realizado por el jurado en atención a su “sobresaliente contribución a lo largo de toda su vida profesional al desarrollo de la administración de programas y servicios de salud en su país, Cuba y en varios países de la Región de las Américas. Y de especial manera, por su aporte extraordinario a la formación de varias generaciones de líderes y profesionales de la salud pública”.

Durante el acto de premiación se dio lectura a la siguiente síntesis biográfica del destacado salubrista cubano:

 

El Dr. Rojas Ochoa nació en la provincia de Oriente (Cuba) el 21 de agosto de 1930, obteniendo el título de doctor en medicina y cirugía de la Universidad de la Habana en 1960. Completó la maestría en salud pública y administración médica en la Escuela de Salud Pública de México, en 1965. Se diplomó en gestión de informática, en Paris, en 1975. Obtuvo el doctorado en ciencias médicas de la Comisión Nacional de Grados Científicos de La Habana, en 1985. Francisco Rojas Ochoa comenzó su distinguida carrera profesional en 1960, como delegado especial del Ministro de Salud Pública para el norte de la provincia de Oriente. Fue coordinador del Servicio Médico Social Rural en Sierra Maestra, por el período 1960-1961, Director provincial de salud pública de Camagüey, de 1961 a 1964, Director Nacional de Estadística del Ministerio de Salud Pública, de 1966 a 1976, y miembro del Consejo de Dirección del Ministerio de Salud Pública, de 1976 a 1981. Con posterioridad, se destacó en su carácter de miembro del Buró de Dirección del Consejo de Sociedades Científicas del sector salud y como Director Internacional del proyecto de colaboración en el área de salud maternoinfantil y actividades relacionadas de población del Fondo de Población de las Naciones Unidas. De 1976 a 1982, fue Director General del Instituto de Desarrollo de la Salud, y entre 1984 y 1995 se desempeñó como Vicerector del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana. En la actualidad, es Director de la Revista Cubana de Salud pública, miembro del Grupo Ejecutivo del proyecto Diálogo-Ético del Ministerio de Salud Pública y consultor del proyecto internacional sobre intervenciones para prevención y control de la infección por VIH/SIDA. El Dr. Rojas Ochoa ha sobresalido por sus cualidades como administrador, docente e investigador. Ha hecho importantes contribuciones para la creación del servicio médico social rural y como coordinador regional del servicio rural, donde introdujo métodos y normas de organización para el servicio en general, y sus hospitales en particular. Como organizador y director de una dirección provincial de salud pública, realizó el primer esfuerzo en el plan de descentralización de la administración del Ministerio de Salud Pública, contribuyendo al desarrollo de la reorganización del sistema nacional de salud con énfasis en la medicina preventiva y la promoción de la participación popular en el sector. Creó el primer hogar materno de Cuba, como institución del sistema de salud destinada a mejorar la cobertura de calidad de la atención materna para la población de áreas rurales. Dirigió el plan de extensión de cobertura y control de la calidad del registro de defunciones y nacimientos, y bajo su dirección se elaboraron y aplicaron normas técnicas y administrativas para los departamentos de registros médicos de hospitales y policlínicos. Como docente, planeó, organizó y dirigió desde la Dirección Nacional de Estadísticas Sanitarias el programa de formación y perfeccionamiento de recursos humanos para las oficinas de estadísticas sanitarias del país y el plan de estudios para la formación de médicos y otros profesionales especializados en bioestadística. Reorganizó institucionalmente el plan de estudios para la formación de médicos y otros profesionales en salud pública y dirigió desde su fundación, en 1966, hasta 1976, la primera cátedra permanente de estadística sanitaria en una escuela de medicina del país. Participó también en la fundación de la primera cátedra de administración en salud. Fue profesor de medicina preventiva y de salud pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana y profesor titular y consultor en otras cátedras de salud pública. En la actualidad, se destaca como profesor en la maestría de salud pública de la Escuela Nacional de Salud Pública y como profesor invitado del proyecto de doctorado en ciencias de la salud de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (México). En el ámbito de la investigación, el Dr. Rojas Ochoa dirigió investigaciones y trabajó como investigador en numerosos proyectos en servicios de salud, medicina social y epidemiología. Cuenta con una numerosa bibliografía activa, expresada en artículos de revistas, libros y documentos para la docencia en aspectos de desarrollo y organización de la salud pública y en el estudio de la medicina social como ciencia de la salud. 

 

 

                   

 

Palabras de agradecimiento del Dr. Francisco Rojas Ochoa

 

Recibo con regocijo y orgullo el alto honor que el Premio representa, que se otorga a mi persona, aunque esto sea sólo simbólico, ya que considero que tal merecimiento no se alcanza nunca sin el apoyo, comprensión, solidaridad y disciplina de grupo en que han intervenido muchas, tal vez millares de personas, que desde cerca o lejos han contribuido a que el premiado acredite ciertas obras en su hoja de servicios. Hago propicia la ocasión para expresar mi gratitud a ustedes, a la Directora, al Consejo Directivo, y a todas y todos los que trabajan en esta Organización, y en especial a los miembros del Jurado para la adjudicación del Premio, que fueron los Delegados de Canadá, Dominica y Paraguay, que apreciaron los atributos para merecerlo, al examinar los documentos en que se propuso mi candidatura al Premio de Administración 2005. Desde mi infancia puedo identificar personas que influyeron en mi formación ética, social y profesional y entre otros, a mis abuelos mambises. Como trabajador de la salud pública, recuerdo a mis maestros durante la carrera de medicina en la Universidad de La Habana, que me enseñaron el valor incomparable de la clínica y a los de mi primer posgrado en la Escuela de Salud Pública de México, que me introdujeron en el campo de la administración. A mis buenos alumnos, los más exigentes, de mi país o de fuera, que son ya numerosos los que son mejores que yo, esa es mi más preciada contribución a la salud pública. A los jefes que me dirigieron auspiciando mi mejor desempeño. A mis compañeros de trabajo, cubanos o no, muchos también exigentes críticos. Y eso sin olvidar a mi familia, en especial a mi siempre compañera por más de 50 años, y a mis nietos, por el ejemplo a que me obligan.

 

Dos hechos debo destacar en mi quehacer a lo largo del tiempo: primero el aprendizaje de primera mano y enorme importancia cuando trabajé como médico rural. Fue más lo que recibí de los campesinos montañeses con que conviví, que lo que yo pude dar. El otro, las circunstancias de ser un temprano defensor de la interdisciplinaridad en el nuevo sistema de salud de mi país, cuando conseguí que llegaran al mismo los primeros matemáticos, sociólogos y geógrafos. Parafraseando a un célebre militar diré que la salud de la población es asunto tan importante que no puede dejarse sólo en manos de los médicos. Todo ha sido posible gracias al más favorable contexto político, social y laboral que han creado en mi país, mi pueblo y su revolución al permitirme poder dedicar mis esfuerzos a construir sueños que hoy se reproducen en la realidad, incluso de otras gentes y pueblos, llamando a la solidaridad, palabra esencial para el mundo de la salud.

 

Debo aprovechar esta oportunidad singular para repetir tres ideas que han presidido mi quehacer profesional desde hace 45 años: el reconocimiento del valor incomparable de la clínica, por ser la más valiosa de las técnicas que pueden emplearse en medicina y en salud pública y que nos salva del deslumbramiento de lo que llamamos nuevas tecnologías y nos permite colocar estas en su justo valor; lo imprescindible de una conducta ética en todo el trabajo de salud pública, hoy frecuentemente viciado por el mercantilismo y la corrupción, y la muy necesaria práctica de la solidaridad sin distinción de credos, etnias o condición social y económica. Finalmente, quiero destacar el trabajo científico, tal como lo definió un relevante salubrista de las Américas, el Director Emérito de esta Organización, el Dr. Fred L. Soper, quien escribió a un amigo: “Un científico debe poseer las siguientes características: inteligencia, laboriosidad e integridad. De ellas, la inteligencia puede ser mediocre, la laboriosidad debe ser muy grande, y la integridad, absoluta”.

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