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Günter Blobel fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina 1999  por su histórico descubrimiento, mediante el cual demuestra que "las proteínas tienen señales intrínsecas que determinan su transporte y localización en la célula".

Las proteínas necesitan algo así como un código postal para poder localizar su lugar exacto en una célula. Sin una dirección que les sirva para ubicarse, lo más probable es que acaben perdiéndose en la neblina microbiológica y olvidando, en última instancia su función. Blobel descubrió que existen secuencias al final de cada proteína que las dirigen hacia localizaciones específicas. Estas señales son leídas por receptores específicos, presentes en las membranas, que permiten el pasaje de las proteínas adecuadas a través de las membranas o su permanencia dentro de las mismas.

Dolencias como la fibrosis qística, las piedras en el riñón a una edad prematura o los altos niveles de colesterol hereditarios pueden llegar a combatirse gracias al hallazgo de Blobel, esencial para poder reprogramar las células.