Los bebés y los niños también son víctimas de accidentes cerebrovasculares (ACV). Aunque en la infancia son menos frecuentes que en la adultez, en los últimos años aumentó la cantidad de niños afectados. Si bien se desconocen las causas, se sabe que las cardiopatías congénitas, así como las infecciones u otras patologías asociadas pueden desencadenarlo. Hasta el momento no se sabe cómo prevenir el primer episodio, pero sí la repetición. El doctor Hugo Arroyo, jefe del servicio de neurología del Hospital Nacional de Pediatría J. P. Garraham, aseguró en diálogo con La Capital que los niños se recuperan más rápido, "aunque pueden sufrir secuelas serias".

En el marco de la jornada organizada por el Comité de Neuropediatría de la Sociedad de Pediatría de Rosario, el especialista aseguró que la prevalencia de ACV en la infancia a nivel mundial es de 3 a 4 casos cada 100.000 habitantes. Los datos son similares a la incidencia de tumores cerebrales en la infancia, sin embargo se conoce más de esto último aunque es tan frecuente uno como el otro.

En el Hospital Garraham se atienden aproximadamente 12 pacientes con ACV al año. "No creemos que esta cantidad sea real, porque muchos niños fueron registrados bajo otros diagnósticos como meningitis o endocarditis bacteriana".

Factores de riesgo
Los síntomas que pueden alertar sobre el riesgo de ACV en niños son inmovilidad de un brazo, la pierna o ambos, cefaleas o dolores de cuello fuertes y convulsiones. Sumado a esto, la pérdida de conciencia, trastornos en la marcha y aparición de movimientos involuntarios.

En caso de presentarse un episodio de estas características concurrir inmediatamente a la emergencia para evitar un daño mayor.

El ACV o isquemia cerebral sucede cuando se tapa una arteria y se interrumpe la circulación. La falta de irrigación sanguínea puede generar consecuencias desde las más leves hasta la muerte.

Son más proclives a sufrir un ACV los niños que padecen alguna infección, una cardiopatía congénita o vasculopatías, en ocasiones causadas por traumatismos o movimientos extremadamente bruscos.

Las infecciones como la meningitis o la varicela alteran los vasos cerebrales y son un factor de riesgo. "Esto no significa que todos los chicos que tengan meningitis o varicela vayan a sufrir un ACV", aclaró el médico.

Cuando un niño nace con una alteración en la estructura del corazón (cardiopatía congénita) tiene más posibilidades de sufrir algún trastorno en la circulación. Esto favorece que la sangre circule en forma inadecuada, se trombose dentro del corazón y se formen cuágulos que viajan a través de las arterias. Estos llegan al cerebro, impactan en una arteria y la tapan.

El doctor Arroyo señaló que para prevenirlos hay que tratar los factores de riesgo. En este sentido dijo que "las vacunas y otros tratamientos reducen el riesgo de infecciones".

Antes se pensaba que la recuperación en el niño era mejor y más rápida que en el adulto, pero se comprobó que no es tan así, porque la mitad de ellos quedan con secuelas motoras como la hemiparesia (la mitad del cuerpo se mueve con menos fuerza y pérdida de la habilidad). "La mayoría de los niños puede recuperar la marcha, pero la mano queda discapacitada", añadió.

Estas son las consecuencias más visibles, pero no las únicas. "Se sabe que el 70% de los niños que sufren un episodio isquémico tienen problemas escolares, sufren dificultades en el aprendizaje, y entre un 25 y 50% quedan con secuelas y fundamentalmente con epilepsia".

El médico también señaló que alrededor de un 15% fallecen cuando sufren un episodio y algunas estadísticas hablan del 30% de riesgo de fallecimiento cuando los episodios se repiten. De allí que los médicos hacen hincapié en la importancia de diagnosticar y tratar el episodio para que no se repita.

30 de septiembre 2005
Fuente:titularesonline.com