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Medicina de Rehabilitación en Cuba


Estimulación cerebral profunda alivia trastorno del movimiento



CerebroLa estimulación cerebral profunda parece ser efectiva para tratar a pacientes con un trastorno del movimiento llamado distonía, aún cuando tales pacientes ya no responden a los medicamentos.

La distonía es un trastorno neurológico caracterizado por contracciones musculares involuntarias que causan movimientos repetitivos, contorsiones y posturas anormales. Según la Clínica Mayo, la dolencia afecta a unas 300,000 personas en toda América del Norte.

La estimulación cerebral profunda, llamada formalmente neuroestimulación palidal bilateral, "es un tratamiento razonable para las personas que no han tenido éxito con las otras terapias", concluyó el coinvestigador del estudio, el Dr. Guenther Deuschl, profesor de neurología y presidente del departamento de neurología de la Universidad Christian-Albrechts en Kiel, Alemania.

El procedimiento, que consiste en colocar alambres finos que pueden conducir corrientes eléctricas profundamente dentro del cerebro, ya se lleva a cabo en varios centros.

"No es un tratamiento nuevo, pero hasta ahora este es el ensayo clínico más completo", añadió Jan Teller, director de ciencia de la Dystonia Medical Research Foundation en Chicago. "Esto probó más allá de toda duda que la estimulación cerebral profunda es en realidad un tratamiento muy efectivo".

Los hallazgos aparecen en la edición del 9 de noviembre del New England Journal of Medicine. El ensayo fue financiado parcialmente por una subvención sin restricciones de Medtronic, que fabrica el dispositivo utilizado para administrar la estimulación.

"La distonía abarca una gran escala de síntomas. Se puede tener una distonía que [tan sólo] sea molesta, pero hay personas que tienen las formas más severas que básicamente están en cama", apuntó Teller. "En tales casos, ningún medicamento ayuda en realidad".

La estimulación cerebral profunda ya ha tenido algo de éxito en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson y la depresión.

"Deseábamos saber si la estimulación cerebral profunda era un procedimiento adecuado para la distonía o no", señaló Deuschl.

En el estudio, se asignó aleatoriamente a 40 pacientes de distonía primaria segmental o generalizada (que afectaba la mayor parte o todo el cuerpo) para recibir neuroestimulación o estimulación falsa por tres meses.

Durante una operación de seis horas, los participantes recibían un dispositivo conectado a un estimulador implantado debajo de la piel. La mitad de los pacientes recibió estimulación real y la otra mitad, no.

Cuando se completó esta fase del ensayo, todos los pacientes fueron pasados al grupo de neuroestimulación.

Después de los primeros tres meses, los individuos del grupo de neuroestimulación experimentaron una reducción del 39 por ciento en la gravedad de su afección según una puntuación estándar de movimiento, una reducción de 38 por ciento en la discapacidad y una mejora del 30 por ciento en los aspectos físicos que afectaban su calidad de vida.

Después de seis meses, cuando ya todos los participantes recibían neuroestimulación, el grupo completo mostró una mejora promedio de 46 por ciento en las puntuaciones de movimiento en comparación con el inicio del estudio.

La mitad de los pacientes tenía una reducción de síntomas mayor al 50 por ciento. Según los investigadores, eso se traducía a ganancias en todas las actividades de la vida cotidiana que mejoraban la calidad de vida tanto física como mental.

"Simplemente demuestra que a los pacientes de distonía generalizada y segmental les va mejor cuando reciben estimulación que cuando no la reciben", aseguró Deuschl. "Una reducción del 51 por ciento en la puntuación de movimiento es un resultado dramático en el tratamiento de la distonía. Tener tal grado de mejora es excepcional en los otros medios terapéuticos".

El estado de ánimo de los participantes mejoró después del tratamiento y los investigadores no notaron anormalidades conductuales relacionadas a la terapia. Hubo algunas complicaciones relacionadas con el dispositivo, como infecciones en el lugar del estimulador. Éstas ocurrieron a una tasa (18 por ciento) mayor que la vista en pacientes que reciben neuroestimulación por la enfermedad de Parkinson.

"Este estudio valida con un método científico muy riguroso algo que ya sabíamos y que ya practicamos", anotó la Dra. Michele Tagliati, profesora asociada de neurología de la Escuela de medicina Mount Sinai de la ciudad de Nueva York. "Obviamente, ofrece un gran apoyo a las personas que ya lo están usando".

12 de noviembre 2006
Fuente:HealthDay

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