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Los expertos denuncian la tardanza en el diagnóstico del autismo


Se estima que en España más de trece mil niños padecen actualmente autismo, una patología que ha sufrido un evidente incremento en su prevalencia en los últimos años. Tanto es así, que algunos expertos han llegado a especular sobre la existencia de una posible “epidemia de autismo”, aunque la gran mayoría se decanta por pensar que esta proliferación de nuevos pacientes se debe, fundamentalmente, a un mejor conocimiento clínico de la enfermedad, al empleo de instrumentos diagnósticos más adecuados y a la realización de un buen diagnóstico diferencial con otras patologías del neurodesarrollo. No obstante, los expertos denuncian la tardanza en diagnosticar la enfermedad, pues el diagnóstico llega muchas veces después de los 24-30 años de vida. Y se incide en el tratamiento multidisciplinar.

“Hemos detectado un aumento de casos cada año. En concreto, en nuestro hospital, hemos pasado de ver unos diez pacientes por año en 1994, hasta alcanzar cifras de unos 60 casos por año en los años 2006 y 2007”, ha asegurado Juan José García Peñas, coordinador de la Sección de Neurología Pediátrica del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, de Madrid, y miembro de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Se calcula que, en España, los Trastornos del Espectro Autista (TEA) afectan, al menos, a entre 1 y 2 casos por cada 1.000 niños. “Aunque algunos autores abogan por cifras muy superiores”, añade el doctor García Peñas, “rondando un caso por cada 500 niños”.

El autismo es un trastorno complejo del neurodesarrollo que aparece en los tres primeros años de vida. Esta patología “se puede y se debe diagnosticar correctamente entre los 24-30 meses de vida; sin embargo, en muchos casos, el diagnóstico se hace mucho después, siendo el tiempo medio de retraso de diagnóstico de unos dos años”, asegura el experto. “La ausencia de contacto ojo a ojo a los 6 meses de edad, la falta de balbuceo a los doce meses, la ausencia de gesticulación al año, la carencia de patrones de expresión verbal a los 18 meses, la ausencia de frases simples a los dos años y la evidencia de una regresión en el lenguaje a cualquier edad, son signos de alarma que nos deben poner en guardia”, añade.

Progresos muy escasos

El autismo es un proceso cronificado y severo. Hasta un 50 por ciento de los casos hacen muy escasos progresos en su evolución natural. Incluso los autistas con más alto nivel de inteligencia no consiguen una adaptación social normal. “Sabemos que estos autistas de alto nivel cognitivo suelen obtener buenos resultados académicos en periodo escolar, con excelentes resultados en matemáticas y física; pero, posteriormente, declina dramáticamente su rendimiento. Y si logran un trabajo, éste está claramente por debajo de sus conocimientos”, explica García Peñas.

En la actualidad, la investigación de esta patología se centra en el campo de la genética con el fin de intentar definir distintos subgrupos de autismo en base a posibles correlaciones entre genotipo y fenotipo y poder así “conocer mejor la evolución natural de cada caso, establecer un mejor pronóstico y, quizás, en el futuro, orientar un tratamiento hacia determinadas dianas de transcripción celular y comunicación interneuronal”, señala el doctor.

Hoy por hoy no existe cura para el autismo, sólo tratamientos paliativos y sintomáticos. Su abordaje debe ser multidisciplinar e implicar no sólo al pediatra, sino también a maestros, psicólogos, psicopedagogos, neuropediatras, paidopsiquiatras, especialistas del lenguaje y terapeutas ocupacionales. Además, “deber ser una terapia individualizada y basada en una educación especializada”, incide este pediatra.

La terapia pueda llevarse a cabo en los llamados centros de trabajo para niños autistas, incluyendo, según el grado de afectación, aulas de hospital de día, centros de educación especial para autistas y centros escolares con aulas de integración o bien aulas específicas para Trastornos Generalizados del Desarrollo. Resulta curioso pero parece demostrado que los niños autistas pueden beneficiarse del contacto con los animales. Así, se han hecho pruebas con caballos (hipoterapia) y con delfines (delfinoterapia) con el fin de mejorar la interacción social y los patrones posturales y de coordinación motriz de estos niños.

16/12/08
Fuente:Azprensa

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