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Recoge la historia del tabaco -la de verdad, no esa que llamamos así cuando contamos algo demasiado largo y aburrido-, que su planta es originaria de Sudamérica desde hace más de 5000 años.

Dícese que Rodrigo de Jerez y Luis de Torres, acompañantes de Cristóbal Colón, trasladaron el tabaco a España en el siglo XV, y como De Jerez bajó fumando de las carabelas le endosaron aquello de que había hecho un pacto con el demonio, razón más que suficiente para permanecer preso hasta demostrar lo insólito de la acusación.

En 1560 la Reina Madre de Francia, Catalina de Médicis, recibió el tabaco pulverizado que le envió Jean Nicot, embajador francés en Portugal, y desde entonces ella le atribuyó la cura de sus jaquecas a su consumo, motivo que le adjudicó efectos terapéuticos.

El rapé (polvo del tabaco inhalado por la nariz) se inventó en 1620, práctica muy extendida entre la aristocracia europea.

Sin dudas, de continuar con esta historia hasta adentrarme en el siglo XX, no quedaría espacio para más, o peor, terminarían la lectura antes de finalizar y sería una herejía que hoy, Día de Lucha Mundial contra el Tabaquismo, pasara por alto que el tabaco comenzó a constituir una amenaza tremenda para la salud, de tal suerte que estudiosos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) mantienen que la industria tabaquera es la causa aislada número uno de enfermedad y muerte prematura.

Quien es adicto a fumar -sí, adicto, porque aunque moleste el término es así y no un mal hábito como se repite muchas veces-, tiene que llenarse de voluntad y querer dejarlo verdaderamente, porque es difícil de lograr, ya que actúa sobre las funciones psíquicas, lleva a la tolerancia, dependencia y perjudica como una droga estimulante cualquiera.

En varias ocasiones he abordado el tema y cada vez que lo hago son más las sustancias tóxicas que se desprenden del tabaco; hoy, por ejemplo, son relacionadas alrededor de 6000, eso sí, siempre es la nicotina la que carga con el peso de la adicción, y sólo se encuentra en el tabaco la que de forma concentrada constituye uno de los venenos más poderosos de los conocidos

La nicotina propicia la tolerancia (ansiedad progresiva de una dosis cada vez mayor); la dependencia, (desde el punto de vista farmacológico y psicológico); y la abstinencia (la protesta del organismo ante la suspensión brusca del fumar). ¡Ah¡ y la insidia a la nicotina, que es la abrumadora obsesión por fumar.

Cigarrillos o puros son adictivos, ninguno de los dos se salva de esto y es bueno conocer que la nicotina inhalada llega al cerebro sólo en siete segundos.

Es imprescindible que en el día de hoy usted medite. ¿Le asustaría saber que si es de los que fuma una cajetilla diaria pierde la posibilidad de vivir 24 horas por semana -52 días en un año-, porque cada cigarrillo disminuye en once minutos las expectativas de vida?

De acuerdo con datos ofrecidos por expertos en el tema, en 1999 moría una persona cada ocho segundos a causa de esa adicción, y más preocupante aún, de seguir por este camino, para el 2020 ocurrirá una cada tres segundos.

Si realmente le asusta reconsidere su vida, esfuércese un poco y verá. Al estar convencido de su objetivo utilice las llamadas muletas psicológicas, o sea, en el momento en que acostumbra a fumar llame a un amigo o amiga por teléfono, camine, haga ejercicios respiratorios, o algo que considere útil, porque de lo contrario continuará disminuyendo su circulación sanguínea por el cerebro y el corazón y el bloqueo de los impulsos que llegan a la médula espinal.

La adicción de fumar es la responsable de alrededor de 25 enfermedades, del 30 por ciento de las muertes por cáncer. Incluso actúa como excitante sobre el Sistema Nervioso Central, provoca ansiedad, mareos, insomnio, afectaciones en el equilibrio; cáncer de pulmón, de la lengua, del esófago; enfisema pulmonar, gastritis, infección en las encías, manchas en los dientes, infección en los riñones y la vejiga, disfunción sexual, abortos repetitivos, nacimientos de bebés bajos de peso, en fin… ¿Algo bueno? Son tantos los problemas que no valdría la pena ni averiguarlo siquiera.

Y si a todo esto le añadimos que, por lo general, la adicción de fumar está asociada al café, entonces todo es mucho más complicado porque éste también produce vértigo, insomnio, ansiedad, eleva la presión arterial y la frecuencia cardiaca. Quiere decir que los daños se multiplican.

Ojalá esta historia del tabaco hubiera comenzado por el final. Así se hubiera conocido cuán dañino era y no habríamos llegado a tantas y tantas estadísticas fatales.