El 16 de octubre de 1945 en la ciudad de Québec, fue fundada la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Finalizada la guerra y de sus cenizas, se erguían las voces de millones de hambrientos, que clamaban con justeza: ¡No más tanques ni carros armados! El momento de era de arados y otros aperos de labranza, capaces de sacar de la tierra alimentos para nutrir las víctimas de aquella contienda bélica.
Así surgió la FAO, ligada al noble empeño de restablecer los sistemas de producción agrícolas.
La falta de voluntad política de muchos gobiernos, impide que se cumplan los compromisos contraídos durante la Cumbre Mundial de Alimentación y aleja la meta de alcanzar los objetivos del Milenio.
Existe, eso sí, un inaceptable retroceso de esos propósitos. Urge por tanto, un diálogo entre las distintas culturas que pueblan la tierra, como condición necesaria para avanzar en la lucha contra el hambre y la degradación ambiental de nuestro planeta.
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