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martes, 23 de abril de 2024

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Policlínico Docente Dr. Mario Muñoz Monroy



El Día mundial del Alzheimer.

      

Encuentro con la devoradora de la memoria. Alzheimer

El 21 de septiembre se celebra el Día mundial del Alzheimer, fecha elegida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Internacional de Alzheimer para que se conozca más sobre este desorden progresivo, degenerativo e irreversible del cerebro que causa la debilitación, la desorientación y una eventual muerte intelectual.

José siempre fue olvidadizo, sobre todo para los nombres de los que conocía ocasionalmente y pasaba tiempo sin volverlos a ver; también se hacía acompañar por su agenda y así se le facilitaba tener presentes sus actividades más importantes.

Por eso a su familia no le extrañó mucho que pasados dos años de la jubilación se le borraran de la mente los nombres de la mayoría de sus ex compañeros de labor, a los que de vez en vez encontraba en la calle o veía cuando era invitado a actividades en su antiguo centro de trabajo.

Sus quehaceres cotidianos como “jubilado pero no retirado”, algo que gustaba decir, empezaron poco a poco a ir mal cuando olvidaba con facilidad a qué había salido a la calle, mezclaba ideas sin relación directa, y tenía problemas para encontrar las palabras con que debía comunicarse.

Llevado a regañadientes a un neurólogo, a José se le diagnosticó enfermedad de Alzheimer (EA), y empezó su viaje progresivo e irreversible hacia la dependencia para sobrevivir, en el que los suyos le acompañaron hasta que ocho años después falleció.

¿CAUSAS?: DESCONOCIDAS

Enfermedad del Alzheimer.Se sabe que la EA es una enfermedad degenerativa cerebral primaria.

Hace un siglo (1906-2006) que se diagnosticó por vez primera, pero aún hoy se desconoce qué la provoca, aunque se tienen algunas hipótesis. Entre ellas, que se debe a una predisposición genética y a cambios inmunológicos.

También se relaciona con algunos contaminantes o tóxicos del medio ambiente y con procesos infecciosos por causa de determinados virus. Y se dice que puede ser fruto de la deficiencia de la sustancia P y la acetilcolina, en la que se desplazan las neuronas.

El impacto del estrés aún no está comprobado.

Si bien todavía no hay una cura, es posible iniciar un tratamiento y controlar algunos aspectos, porque sí se sabe lo que provoca en cada una de sus fases.

Es una forma de demencia que afecta la memoria, el estado de ánimo y el comportamiento que va empeorando a lo largo de los pocos años que median entre el debut del padecimiento y el fallecimiento del enfermo.

La muerte de las neuronas y la disminución de la capacidad de síntesis de los mediadores químicos o neurotransmisores lleva a todo lo anterior.

Generalmente se presenta en los mayores de 65 años, y quien la padece tiene problemas para recordar, hablar, aprender, juzgar y planear. Algunos se sienten inquietos y de mal humor.

Se dice que el tres por ciento de la población mundial mayor de 60 años padece Alzheimer.

ENFERMEDAD DE LA FAMILIA

“Cuando una persona sufre de Alzheimer, toda la familia padece la enfermedad”, afirma el doctor Antonio Javier García Medina, especialista de segundo grado en Neurología y que labora en el hospital Abel Santamaría.

Y esta sentencia es aplicable tanto para los enfermos que viven en el primer mundo como para los que en nuestro país la padecen.

“En Cuba el Alzheimer tiene una prevalencia media del 2,2 al seis por ciento en la población de más de 64 años, por lo que genera unos gastos muy elevados, tanto directos como indirectos, que afectan no sólo al paciente y su entorno más cercano, sino a toda la sociedad”, explica García Medina.

Los costos directos, fundamentalmente, son los relacionados con los tratamientos farmacológicos que tiene que enfrentar la familia y los cuidados médicos que repercuten en los presupuestos estatales.

Los indirectos tienen que ver con las pérdidas productivas del paciente y de sus familiares, porque el primero no podrá trabajar más y los que le atienden también se limitarán en sus labores o hasta tendrán que dejarlas para enfrentar el cuidado del enfermo.

Y los avatares en el hogar ocurrirán desde la primera fase de la enfermedad, porque si el aquejado era el que llevaba el peso de la casa, o estaba dentro de los más importantes, ya no podrá seguir en sus funciones y esto provocará cambios que van desde el reajuste en los gastos monetarios familiares hasta la limitación del tiempo libre, porque se precisará repartir más las actividades.

También el desarrollo de la enfermedad llevará al cuidador principal a ser el más afectado de toda la familia, por lo que es preciso el máximo de apoyo para quien enfrente esa responsabilidad a fin de que no acabe “quemado”, como se dice en el argot popular.

A los anteriores cambios se le sumarán los imperceptibles y que tienen que ver con los costos emocionales y sicológicos para todos en la familia y con la repercusión desfavorable en la calidad de vida de pacientes y cuidadores.

¿QUIÉN DIJO QUE TODO ESTÁ PERDIDO?

Hoy se conocen parte de los factores de riesgo para padecer Alzheimer, dentro de los que destacan los genéticos, los demográficos y los antecedentes médicos.

“Ello es una ventaja en relación a los primeros 70 años del pasado siglo, cuando se sabía de la existencia de esta dolencia pero no había cómo contrarrestarla, o al menos hacer más llevadera la vida del enfermo”, afirma el también jefe del Grupo Provincial de Neurología.

En lo genético, hay que seguir con atención a quien tiene familiares cercanos (padres o hermanos) que hayan padecido la EA; a los síndromes de Down, porque muchos muestran entre los 40 y los 50 años de edad características de la enfermedad; y a los que poseen las llamadas mutaciones causales.

En lo demográfico, la edad es el principal factor, fundamentalmente a partir de los 65 años en que aumenta exponencialmente, duplicándose cada cinco años; pero también se sabe que suele aparecer más en las mujeres, y que es más frecuente en los que tienen dietas hipercalóricas y ricas en ácidos grasos saturados, en los obesos y en los que consumen alcohol en exceso.

Y se sabe que tienen menos peligro de padecerla las personas con tendencia al optimismo.

También el doctor García Medina refiere que dentro de los antecedentes médicos hay que tener muy en cuenta a la depresión, “porque puede manifestarse en forma de demencia y ser uno de los primeros síntomas de la enfermedad”.

La hipertensión arterial y el colesterol elevado (hipercolesterolemia) son factores de riesgo porque pueden provocar lesiones cerebrales vasculares.

DIFÍCIL DE DIAGNOSTICAR, DIFÍCIL DE TRATAR

El neurólogo insiste en que la EA no es una enfermedad de fácil diagnóstico, pero si el facultativo lleva los métodos existentes puede llegar a conclusiones.

Existen las siguientes probabilidades de diagnóstico: Posible, cuando hay síntomas clínicos y deterioro de dos o más funciones cognitivas; Probable, al igual que en el anterior, deben existir alteraciones de dos o más funciones cognitivas y síntomas clínicos, pero a diferencia del Posible no habrá una segunda enfermedad que sea la causa de la demencia; y Seguro, cuando se podrá asegurar que el paciente tiene definitivamente Alzheimer si su cerebro muestra placas neuríticas y ovillos neurofibrilares, pero esto sólo puede comprobarse mediante biopsia o en la autopsia.

El doctor explica que “el tratamiento de esta dolencia se dirige a actuar sobre los síntomas cognitivos y los conductuales para que la persona se mantenga activa durante el mayor tiempo posible, por lo que es necesario aplicar fármacos y terapias basadas en la rehabilitación de las funciones alteradas, tratando de minimizar los déficit y de potenciar al máximo su autoestima y capacidades residuales”.

E insiste: “No hay una cura para la enfermedad de Alzheimer, pero sí se sabe que los cuidados esmerados, el apoyo si-cológico, la fisioterapia y la atención por un geriatra enlentecen el desarrollo del padecimiento. El cariño, el amor, es lo más importante”.

Fases de la enfermedad:

PRECLÍNICA:

Se presentan ligeras alteraciones de memoria.

Normalmente las alteraciones cog-nitivas preceden en varios años al diagnóstico.

Puede presentarse, aunque en menor frecuencia, depresión mayor.

CLÍNICA:

Estadio de deterioro cognitivo leve sin demencia.

Alteración de la memoria reciente, o sea disminuye la capacidad de retención de nuevos recuerdos.

DEMENCIA LEVE:

Déficit en las actividades de la vida diaria, con primeras manifestaciones en problemas para comprar, pagar servicios o realizar trabajos.

Dificultades para realizar actividades básicas como el aseo y el vestido.

Amnesia progresivamente grave.

Alteraciones en la atención, el razonamiento, el lenguaje y la función vi-suoperceptiva.

MODERADA:

Demencia que pasa de leve a moderada, marcada fundamentalmente por las alteraciones en las actividades de la vida diaria, y que puede durar hasta cinco años.

Pueden seguir realizando las actividades básicas de la vida diaria, pero con cierta supervisión.

Declinan las funciones del lenguaje y las visuales.

Cuando la demencia pasa a moderada, el paciente necesitará ayuda para el vestido y el aseo. Y a nivel cognitivo, se afecta el lenguaje y la vista llegando en este estadio a no reconocer las caras de las personas, la casa o las calles.

Aparecen ideas delirantes, la inquietud y el enfado.

GRAVE:

No puede realizar ninguna actividad de la vida diaria sin ayuda.

Incontinencia urinaria, principalmente durante la noche.

Las alteraciones cognitivas se acentúan y se llega a un estado de desconexión total.

El paciente fallece por el gran debilitamiento y las complicaciones asociadas.

Alois Alzheimer y su descubrimiento:

Dr. Alois AlzheimerEl cuatro de noviembre de 1906 el neurólogo alemán Alois Alzheimer presentó en la XXXVII Conferencia de Psiquiatría del sudoeste alemán una comunicación “Sobre una enfermedad específica de la corteza cerebral” en la que se hacía por primera vez la descripción de un inusual padecimiento.

Se recogía, simultáneamente, el curso clínico que afectó a una mujer de Frankfurt, “Aguste D.”, de 51 años, que presentó pérdida de memoria, desorientación, alucinaciones y demencia que la llevaron a su muerte con sólo 55 años, junto con el estudio anatomopatológico de su cerebro.

El estudio mostró la corteza cerebral atrofiada, porque era más estrecha de lo normal. Además, existían dos tipos de anomalías muy llamativas, que hoy siguen siendo las características histopatológicas principales de la enfermedad de Alzheimer.

En 1907, el médico describió así lo que encontró:

“La enfermedad comienza insidiosa, con debilidad, dolores de cabeza, vértigos, e insomnio suave. Irritabilidad y pérdida severa de memoria. Los pacientes se quejan amargamente de sus síntomas. La enfermedad se asocia ocasionalmente a un ataque apoplégico repentino seguido por hemiplegia. La pérdida progresiva de memoria y de la mente aparece más adelante, con los cambios repentinos del humor, fluctuando entre la euforia suave y el hypchon-driasis exagerado; la enfermedad conduce al estupor y al comportamiento infantil. Las características se diferencian de pacientes con parálisis general, por un patrón organizado del comportamiento y por la capacidad general del razonamiento”.

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