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viernes, 29 de marzo de 2024

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Policlínico Docente Dr. Mario Muñoz Monroy



Daltonismo.

Dos siglos después de que John Dalton, el investigador británico de quien toma el nombre esta enfermedad, se refiriera por primera vez a “la ceguera del color” (1794), científicos de la Universidad Johns Hopkins revelaron el pasado año que el gen causante del daltonismo total había sido descubierto en Pingelap, una pequeña isla del Pacífico, donde uno de cada 20 habitantes es daltónico total. Es una rara enfermedad congénita en que los matices de color se perciben como variantes del gris.

Ese hallazgo, se reconocía por la comunidad científica, abrió nuevas vías hacia el logro, en un futuro no lejano, de eficaces medios diagnósticos de esta dolencia, y, también, de tratamientos específicos.

A diferencia del daltonismo total en que estas personas sólo ven en blanco y negro, en el daltonismo común sobre el que centraremos la Consulta de esta semana prevalece una incapacidad para diferenciar o percibir el rojo y el verde y, con menos frecuencia, se confunden el azul y el amarillo.

La doctora Carmen de Prada Sánchez, jefa del Servicio de Oftalmología del Hospital General Docente Calixto García, de esta capital, con un poder de síntesis que causaría incluso la envidia al periodista más avezado, se apresta a responder la primera pregunta.

-¿Conoce la ciencia cuál es el defecto visual que impide la distinción de los colores en los daltónicos?

-Sí. En la retina se encuentran dos tipos de células, los conos y los bastones, que hacen posible la visión. Los primeros son los responsables de la percepción de los colores. Cuando los conos sufren una alteración, no es posible entonces percibir los colores de forma convencional.

-¿Esta ceguera parcial de los colores, a la que nos estamos refiriendo, es también exclusivamente de origen genético y hereditario, o puede presentarse como consecuencia de alguna enfermedad?

-Podría decirte que casi exclusivamente, porque es posible su aparición también como consecuencia de enfermedades del nervio óptico y de la retina. Por ejemplo, el daltonismo causado por intoxicaciones.

-En general, y de acuerdo con su experiencia, ¿en qué momento de la vida estas personas “descubren” este padecimiento?

-Regularmente durante la adolescencia o juventud, cuando las personas se ven sorprendidas de que su visión de los colores no coincide con la de otras personas, y también cuando se ven sometidas a exámenes de aptitud y selección en determinados empleos.

-¿Qué limitaciones principales origina la condición de daltónico para el desempeño laboral?

-Es motivo de exclusión en la selección de pilotos de aviación y en otros empleos que requieran una percepción perfecta de los colores, como en los ferrocarriles, la navegación marítima, la conducción de vehículos automotores, o donde se demande percibir cambios de coloración en el control de calidad, o los que deban laborar con productos textiles, mapas...

-¿Y en el plano más íntimo, espiritual incluso, el no poder apreciar el color verde de la naturaleza e incluso la belleza de una rosa roja?

-Quizás las personas que tenemos una visión normal de los colores no nos encontramos en capacidad para responder esta pregunta, porque sencillamente no hemos vivido la experiencia. Los daltónicos aprenden a apreciar y admirar su entorno de una forma muy propia, con el “universo de color” con el que nacen.

-¿De qué “color” ven el verde y el rojo?

-Parece ser que el verde lo ven como una variante de gris y el rojo como castaño.

-¿Hay daltónicos que no son conscientes de su condición?

-Sí, a menudo este trastorno pasa inadvertido, sobre todo los que presentan defectos leves.

-¿Cómo se establece el diagnóstico de certeza?

-Con el empleo de pruebas de visión de colores, en las que se utilizan láminas especialmente diseñadas para diferenciar a las personas con percepción normal de los colores de las que presentan esta dificultad.

-¿Es posible, mediante algún proceder o entrenamiento, que los daltónicos lleguen a asociar alguno de los colores para los que está incapacitada su visión?

-Sí, se adaptan a “ver” de un modo distinto los colores que presentan problemas para su percepción. Aprenden a reconocer los objetos, saben que la sangre es roja, las plantas verdes. Se valen de medios secundarios y de puntos de referencia, como, por ejemplo, la posición que ocupan los colores en los semáforos. Como es lógico, cuando el color aparece fuera de esos contextos, se desorientan y cometen errores al apreciar productos textiles, o poder decir si las frutas y los vegetales están maduros o no.

-¿Se conoce por qué aqueja más a los hombres que a las mujeres?

-Sí. Este padecimiento es prácticamente exclusivo del género masculino, porque en su forma clásica se hereda como un rasgo recesivo ligado al cromosoma X. Los hombres sólo tienen un cromosoma X, mientras que las mujeres tienen dos. Si una mujer recibe un cromosoma X con el rasgo de daltonismo, será portadora de la enfermedad, pero no la presentará porque su otro cromosoma compensa el defecto. Sin embargo, un hombre siempre presentará la enfermedad, puesto que su cromosoma X defectuoso no puede compensarse. Para que una mujer tenga daltonismo, sus dos cromosomas X deben estar afectados. Y para ello se requiere que su padre sea daltónico y su madre portadora o daltónica.

-¿Es frecuente el daltonismo en el mundo y también en nuestro país?

-Se estima que un 8 por ciento de los hombres están impedidos de ver los colores adecuadamente, aunque de forma intensa este trastorno se produce en un 2 ó 3 por ciento de la población.

-Doctora, ¿se nos queda algo imprescindible por decir?

Subrayar que la “ceguera del color” no debe ser motivo de desaliento ni constituir barrera alguna en el desempeño social. Científicos eminentes como John Dalton, o pintores como Vincent van Gogh, que influyó de forma decisiva en el movimiento expresionista, eran daltónicos.

 

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