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jueves, 25 de abril de 2024

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Policlínico Docente Dr. Mario Muñoz Monroy



El Ocio.

      

El contacto directo con la naturaleza es una de las formas más sanas para disfrutar el tiempo de ocio.

Los seres humanos tenemos un cúmulo de necesidades que responden a nuestros diversos niveles de existencia física, fisiológica, mental, espiritual y social.

Para cubrirlas todas, es necesario proveerse a sí mismo de una serie de posibilidades de crecimiento entre las cuales se encuentran la nutrición, los cuidados familiares, el descanso, la educación, el deporte, la atención médica y psicológica y la posibilidad de sentirnos útiles e integrados a los sistemas de producción económica y cultural, entre otros.

Pero también se hace necesaria la posibilidad de salirnos de la rutina diaria a través del ocio, tan necesario como la actividad a la hora de conformar un sano equilibrio del ser humano.

Más allá de algunos conceptos que lo consideran capacidad desperdiciada, el ocio bien entendido no significa falta de actividad, sino la posibilidad de ocuparse de cosas totalmente diversas de las que llenan la mayoría de las horas de nuestras vidas.

En la concepción de los maestros de la Antigua Grecia, el ocio era el espacio necesario para que el hombre se ocupara de las cosas trascendentes de la vida. Filosofar, para los griegos, no constituía una actividad menos importante que el trabajo productivo, sino que era la fuente de sentido de todo esfuerzo humano. Y dar sentido a la vida ha sido, a través de la historia, una necesidad humana profunda.

La Real Academia Española define al ocio como el "tiempo libre de una persona. Diversión u ocupación reposada, especialmente en obras de ingenio, porque estas se toman regularmente por descanso de otras tareas".

La diversión es, justamente, uno de los objetivos específicos del ocio. Diversión que no significa sólo entretenimiento, sino la búsqueda de lo "diverso", la posibilidad de dar a nuestro cuerpo y mente otras materias primas de ocupación y crecimiento, bajo la concepción de que todo órgano o función que no se ocupa en un objetivo específico pierde su razón de ser y se atrofia.

Ocio y salud

La imposibilidad de dedicar algún tiempo al ocio con un objetivo específico es tal vez la causa principal de tantas alteraciones de la ansiedad, que constituyen uno de los grupos de patologías que mayor crecimiento ha registrado en las últimas décadas.

Depresión, ataques de pánico, agorafobia, déficit de atención, hiperactividad, compulsión al trabajo y patologías en el ritmo de la alimentación, entre otras, constituyen alteraciones contra las cuales millones de personas en el mundo deben enfrentarse en una lucha desigual y dolorosa. Otras tantas alteraciones físicas pueden acompañar estos padecimientos, y así romperse el equilibrio de la salud.

El mayor impedimento de nuestra época para el ejercicio del ocio saludable es la escasez de tiempo ocioso, pues las actividades productivas han ganado en cantidad y calidad.

En las naciones capitalistas los objetivos de vida del hombre actual no dejan apenas espacio para actividades que puedan diversificar sus intereses. El tiempo disponible es utilizado, en cambio, en el entretenimiento que proponen los medios de comunicación. Ante ellos, el público se vuelve cada vez más pasivo, menos participativo, y se transforma en un consumidor inerme de productos de entretenimiento.

El hombre puede desarrollar estilos de vida saludables o no saludables, causantes de enfermedades. Como contrapartida de esta situación, cada vez más personas se vuelven hacia diversas propuestas que rescatan el ocio, como la meditación, el yoga o diversas actividades artísticas, etc.

En Cuba, por ejemplo, aunque todavía muy lejos de lo ambicionado, el tiempo libre o de ocio, sobre todo el de la juventud, trata de ser encaminado hacia la práctica sana de actividades deportivas, culturales y recreativas.

Para ello están a disposición de la población los Joven Club de Computación, que además de aulas para el aprendizaje de la informática, son sitios para la recreación.

También, a precios sumamente módicos, se encuentran las salas teatrales, de cine, las galerías de arte, los museos, los estadios deportivos, las playas y piscinas y la propia Naturaleza, cuyos paisajes y bondades están al alcance de todos mediante la práctica del Campismo Popular, modalidad turística nacional que ya sobrepasó sus cinco lustros de existencia.

En resumen, el tiempo que dediquemos, ya sea diario o semanal, a responder de forma productiva nuestras necesidades diversas es la clave para el desarrollo de una más alta y más profunda calidad de vida.

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