jueves, 25 de abril de 2024  
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Mujeres en la Ciencia 3

Mujeres de la Medicina y otras Ciencias

 

Enriqueta Faber

 

La primera mujer que ejerció la medicina en Cuba....vestida de hombre

 

Las ropas que usaban las mujeres y los hombres en la época de EnriquetaNo son pocos los casos de mujeres que en siglos pasados para poder ejercer la profesión escogida, tuvieron que vestir ropas de hombre; pero ninguna ha sido objeto de tantas y tan diversas y controvertidas  opiniones como es el caso de Enriqueta Faber. La historia de Enriqueta Faber bastante conocida por las novelas que entorno a su vida se han escrito,  por la curiosidad y a veces también por las intrigas y el escándalo que se suscitaron en su época por el proceso judicial que se le llevó a cabo en Santiago de Cuba,  han desvirtuado la imagen de esta mujer que indiscutiblemente fue pionera en la posición de la mujer y sus posibilidades de derechos en el siglo XIX.  Enriqueta no solo fue  médico, sino según reza en los documentos del proceso, muy capaz en su profesión. Nació en Lausana, Suiza, en el año 1791. Muy pequeña quedó huérfana a cargo de un tío, coronel de un Regimiento del ejército francés. Se casó muy joven con un oficial del regimiento de su tío, Juan Bautista Renaud, con quien tuvo un hijo que murió a los 8 días de nacido.

 

En esa época, Napoleón Bonaparte era Emperador de Francia, y Enriqueta marcha con su tío y su marido a la guerra con Alemania, donde este último muere en una batalla. Contaba entonces 18 años y de acuerdo con su carácter independiente, abandonó a su tío y se fue a París. Deseosa de ganarse la vida por su propio esfuerzo, decide vestir de hombre y estudiar cirugía en París,  bajo el nombre de Enrique Faber, recibiéndose de cirujano. Ya graduado, ejerce durante corto tiempo en la residencia de la emperatriz Josefina. Lo que es un misterio de tantos en la vida de Enriqueta, es que abandona un empleo sin riesgos,  para lanzarse a los horrores de la guerra con los ejércitos que trataban de conquistar a Rusia. Allí encontró  a su tío y con él tomó parte en la campaña, asistiendo a los heridos.

Algunos historiadores sostienen que de diez franceses nueve murieron. El cirujano Faber padece a la par que todos: Su debilidad era extrema; "andaba sin zapatos, lo mismo que muchos otros soldados, y ninguno sabía en dónde estaban los instrumentos quirúrgicos, las cajas de las municiones o los bultos con los cobertores de reserva para la tropa. La destrucción de las ropas dejaba ver que en el ejército había numerosas heroínas, que por seguir de cerca de sus maridos o amantes se decidieron a vestir de hombre".  (tomado literalmente de Enriqueta Faber  de Andrés Clemente, 1894)

Como pudo haber sido EnriquetaLuego pasó a España, murió su tío y fue hecha prisionera en Miranda, logrando escapar sin que se descubriera su sexo. Harta de guerra y de muerte, abandona Europa. Desea cumplir, además, la voluntad del moribundo: buscar a la baronesa. Tras ella, el médico viaja en 1816  a la Antilla francesa islas de Guadalupe y ejerce su profesión en Fort Louis. No encuentra a Margarita, quien entusiasmada por la prosperidad de los cafetales cubanos se había trasladado a Santiago de Cuba.  Enriqueta,  sin cambiar la vestimenta de hombre, porque ya estaba acostumbrada y le permitía desempeñarse como médico, que era la única forma en que una mujer podía hacerlo en los comienzos del siglo XIX, decide trasladarse al oriente cubano.

El  día 19 de enero de 1819  llega a la ciudad de Santiago de Cuba, a bordo del velero La Helvetia. No demoró en la ciudad, ya que prefería un lugar recóndito donde despertara menos curiosidad su aspecto delicado,  por lo que escogió a Baracoa.

Sin embargo, ni siquiera allí escapó a las presiones sociales. Su soltería, aire de mundo y capacidad profesional debieron resultar muy atractivos a las casamenteras locales. Antes de rechazar a alguna señorita de sociedad, Faber optó por lo que parecía la solución ideal, proponerle matrimonio a una joven huérfana y muy pobre que padecía de tuberculosis, que según dijo después “le inspiró desde el primer momento una lástima sincera. Pensé que podría ayudarla, y ella a mí. Le expliqué que viviríamos como buenos amigos, porque estando ella tan débil y enferma no debía someterse a las obligaciones maritales. A todo dijo sí.”  (tomado literalmente de Enriqueta Faber  de Andrés Clemente, 1894)

El 11 de agosto de 1819 el cura párroco Don Felipe Salamé unió a la pareja en matrimonio, acto que reflejó la prensa santiaguera de la época y que quedó asentado en el libro de matrimonios de blancos. Era el comienzo de una larga cadena de acontecimientos que llevarían a “Mesie Erniquito”, como se le conocía, a un conflicto total.  

 

Mientras tanto, Juana se reponía con la buena  alimentación, medicinas y los cuidados médicos.

 

Escenas de Escándalo en la Trapa. Los primeros meses de matrimonio transcurrieron tranquilamente y con felicidad para ambos. Juana, ya convaleciente,  no se conformaba con su pasivo papel de amiga y ante las esquiveces de su marido se volvió huraña y sombría, comenzando a sospechar acerca de la verdadera identidad de su esposo.

 

El éxito profesional de Enrique,  despertó la envidia de otros galenos de la localidad, quienes lograron le prohibieran practicar la medicina hasta que pasara las pruebas de rigor,  porque se decía que su título era falso y que pertenecía a un pariente fallecido en las batallas de Napoleón.

Enrique emprendió el largo viaje a La Habana. Aseveran que el gobernador de la Isla, teniente general Juan Manuel Cagigal, lo recibió personalmente en su despacho y el 22 de marzo de 1820, Cagigal le otorgaba la carta de domicilio que le permitía residir y trabajar en cualquier lugar del país.

Un mes después el Tribunal del Protomedicato extendía su aval: "Por cuanto en nuestra audiencia y juzgado Enrique Faber nos hizo relación de haber practicado la facultad de cirugía, con maestro examinado, el tiempo previsto por la ley, de que dio información bastante, con documentos auténticos, le examinamos en teoría y práctica, en dos tardes, y haciéndole varias y diferentes preguntas sobre el asunto, a que respondió bien y completamente. Lo aprobamos y mandamos a despachar este título y licenciamiento como cirujano romancista para que en todas las ciudades, villas y lugares pueda ejercer."  (La primera mujer médico de Cuba, Emilio Roig Leuchsenring)

Faber obtuvo, asimismo, el nombramiento de Fiscal del Protomedicato en Baracoa, que lo facultaba para velar porque los médicos del territorio poseyeran las cualidades profesionales requeridas. Los médicos criollos consideraron escandaloso que un extranjero recién llegado, de rostro barbilampiño, cara picada de viruelas  y modales afeminados, esgrimiera tanta autoridad. Hubo protestas al tribunal del Protemedicato. Después de eso hasta las menores acciones de Enriqueta provocaron acciones desmesuradas.

Juana ya sabía el secreto que ocultaba su esposo. La experiencia de convivir cual hermanas no resultó. En mayo de 1822, Enriqueta partió sola y fijó su residencia en el pueblo de Tiguabos.

Los rumores acerca de su feminidad lo siguen. Unas palabras indiscretas de su lavandera revuelven los ánimos. Faber desesperada comete grandes errores. Pretende demostrar virilidad buscando la compañía de gente soez amiga del alcohol, y enzarzándose en disputas. En enero de 1823, Juana de León, o verdaderamente ofendida o simplemente temiendo a la justicia, pidió la anulación del matrimonio y presentó querella criminal contra Enriqueta Faber, mediante el licenciado Garrido, que habia sido el padrino de la boda.

Enriqueta fue presa en febrero y se ordenó su reconocimiento por los facultativos, lo que ella trató de impedir confesando su verdadero sexo, pero el examen se realizó. En la cárcel trató de envenenarse por haber llegado hasta ella el rumor de que se le iba a pasear desnuda por las calles.

 

En junio de ese año un tribunal de Santiago de Cuba dictó sentencia, condenando a Enriqueta Faber a  10 años de prisión en la Casa de Corrigendas situada en la Habana, y posteriormente ser deportada  a cualquier punto en el extranjero.

 

Enriqueta apeló de esta sentencia a la Audiencia de Puerto Príncipe, escogiendo como defensor  al licenciado Manuel Vidaurre, quien se interesó por ella. De su brillante informe son estos párrafos:

 

“Enriqueta Faber no es una criminal. La sociedad es más culpable que ella, desde el momento en que ha negado a las mujeres los derechos civiles y políticos, convirtiéndolas en muebles para los placeres de los hombres. Mi patrocinada obró cuerdamente al vestirse con el traje masculino, no solo porque las leyes no lo prohíben, sino porque pareciendo hombre podía estudiar, trabajar y tener libertad de acción, en todos los sentidos, para la ejecución de las buenas obras. Qué criminal  es ésta que  ama y respeta a sus padres  que sigue a su marido por entre los cañonazos de las grandes batallas, que cura a los heridos, recoge y educa a los negro desamparados y se casa nada más que para darle sosiego a una infeliz huérfana enferma?. Ella, aunque mujer no quería aspirar al triste y cómodo recurso de la prostitución...”

En este momento el fiscal interrumpió irónicamente y dijo, “debe ser una santa”, pero el defensor repuso rápidamente, “o mejor una victima”.  (tomado literalmente de Enriqueta Faber  de Andrés Clemente, 1894)

 

La Audiencia le rebajó la condena de 10 a 4 años de servicio en el Hospital de Paula de la Habana, vistiendo traje de mujer  y que después saliera deportada del territorio español.

 

Esta condena significó el desplome total de su vida, convirtiendo a la pacífica y bondadosa Enriqueta Faber en irascible y pendenciera. Por tratar de escaparse del hospital, se le envió a la casa de Recogidas San Juan Nepomuceno  y posteriormente por intervención  del Obispo de Espada, fue deportada  a los Estados Unidos.  (Algunos autores plantean que Enriqueta al venir a la Habana, se había confesado con el Obispo de Espada, pero realmente no existen evidencias de tal entrevista, solo lo que aparece en las novelas escritas en torno a esta mujer)

 

Existen diferentes versiones de lo que pasó después con Enriqueta Faber, unos dicen que murió manteniendo el sexo masculino y que fue conocido en Estados Unidos como el doctor suizo, pero la versión más aceptada es que 1844 se dirigió a Veracruz vestida con el hábito de las Hermanas de la Caridad, respondiendo al nombre de Sor Magdalena, donde trabajó como portera. Después pasó a Nueva Orleáns, donde acabó santamente sus días asistiendo a los enfermos. (No obstante no existen evidencias concretas de ninguna de las dos versiones)

 

Lo cierto de esta triste historia, es que Enriqueta Faber, fue la primera mujer médico que ejerció la medicina en Cuba, autorizada legalmente por el Tribunal del Protomedicato de la Habana a ejercer como médico cirujano romancista, y puede también considerarse pionera del movimiento feminista.  No existe ni una sola imagen de esta mujer extraordinaria, pero han quedado los documentos del juicio que se celebró en Santiago de Cuba, los documentos que en 1820 emitió el tribunal del Protomedicato que la examinó y un buen numero de novelas, obras de teatro, biografías y una película cubana que se presentó en el Festival de cine en el año 2000.

 

Belén Z. Iglesias Ramírez

Sitio web de Histología

 

Bibliografia

 

Datos aportados por el Dr. Gregorio P. Delgado García. Historiador del Ministerio de Salud Pública.

 

Roig de Leuchsenring, E. “La primera mujer médico en Cuba”, en 1819: Enriqueta Faber. En Academia de Ciencias de Cuba “ Médicos y Medicina de Cuba”. La Habana. Museo Histórico de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay 1965 (31-49).

Enriqueta Faber. Ensayo de novela histórica, escrito por Andrés Clemente Vázquez en 1894.

Enriqueta Faber La mujer-hombre o el médico.mujer. Marta Rojas disponible en:  http://www.lajiribilla.co.cu/2003/n122_09/122_10.html

 

Mujer en traje de Batalla. Entrevista al autor  Antonio Benitez Rojo. disponible en :

http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01260963343493764100035/209421_0033.pdf

 

Bacardí Moreau, Emilio: 1972. Crónicas de Santiago de Cuba. Madrid: Breogán, 2a ed., 218-219

 

Enriqueta Faber. Alejandro Milián

http://www.pdcorynthia.sld.cu/WEB%20Arte%20y%20Medicina/Historia.html



http://www.socreum.sld.cu/paginas/enriqueta_faver.htm

 

http://www.bohemia.cu/2006/mar/05/sumarios/especiales/enriqueta.html

 

http://www.lajiribilla.cu/2003/n122_09/122_10.html

 

http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/bameric/01260963343493764100035/209421_0033.pdf

 

http://www.encyclopedia.com/doc/1P3-1310384621.html

 

http://www.lajiribilla.co.cu/2005/n209_05/proscenio.html

 

http://bvs.sld.cu/revistas/mciego/Vol10.Suple1/T37.htm

 

http://www.cultstgo.cult.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=361&Itemid=35

 

http://www.habanafilmfestival.com/peliculas/peli_amplia.php3?ord=297&festi=1998

 

Agradecimientos a la Dra. Cecilia Castañeda García Subdirectora docente del Policlínico Martires del Corynthia por las fotografía enviadas.

 

1 de octubre del 2010

 

Agnódice

 

Agnódice, vivió en la Grecia del siglo III, antes de Jesucristo, cuya historia nos muestra vitalidad, fuerza y energía para lograr sus propósitos.

La mujer siempre ha estado involucrada en la práctica de la medicina. Este hecho se puede documentar en varias historias bíblicas (Génesis 21: 1-2, Génesis 35: 16 y Génesis 38: 27-30) en las que se hace referencia a valiosas profesionales y diestras comadronas o en la inscripción «médico», que figura en la tumba hallada en el Valle de los Reyes en Egipto donde está enterrada Merit Ptah, primera mujer reconocida como médica, alrededor del año 2700 antes de la era cristiana.

 

 

La profesión de comadrona, que no sólo incluía traer al mundo al niño sino también encargarse de los preparativos sociales propios de su nacimiento, fue una de las primeras profesiones que desempeñó la mujer en el ámbito de la medicina. La partería es una ocupación femenina reconocida socialmente en la era egipcia, y también lo es en la Grecia de Hipócrates y Sócrates (hacia el año 500 a. de J. C.). Sin embargo, la práctica femenina de la medicina en la Grecia clásica no siempre fue aceptada y así, según relata Cayo Julio Higinio, autor y erudito latino del primer siglo de la Era Cristiana, una mujer ateniense llamada Agnodice y conocida como la comadrona de Atenas tuvo que enfrentarse en el siglo III a J C. a una ley que prohibia a toda mujer el ejercicio de la medicina y de la obstetricia. Con valentia y tenacidad se disfrazó de hombre para estudiar medicina y especializarse en una incipiente ginecología, siguiendo las enseánzas del médico y anatomista ateniense Herófilo de Calcedonia, que gozaba de gran prestigio por sus conocimientos sobre el cuerpo humano. Agnódice volvió a Atenas y, siempre disfrazada de hombre, ayudó en los embarazos, partos y abortos de sus compatriotas, aunque revelaba su identidad a sus pacientes. Su destreza y brillante desempeño le granjearon el aprecio de las mujeres de la aristocracia pero también la envidia de otros médicos del sexo masculino que, viendo mermar sus ganancias económicas, se confabularon contra ella y la denunciaron por practicar ilegalmente la asistencia al parto y la acusaron de corromper a las mujeres de la ciudad. Al comparecer ante la autoridad de su época, Agnódice se levantó la falda para dar prueba de su sexo a los jueces y fue entonces condenada a muerte por violar la ley que prohibía a las mujeres ejercer la medicina.

La resistencia de varias Damas de la ciudad que se aprestaron a morir con ella permitió que Agnódice fuera liberada y que ejerciera el arte de la medicina, con la salvedad de que sólo asistiera a mujeres y niños. Agnódice es una figura a menudo mencionada en la historia de la medicina, aunque otros la ven como un personaje perteneciente al reino de la mitología o del cuento popular.

 

Fuente

 

Wikipedia. Enciclopedia Libre

www.mujeryciencia.es/2008/01/30/de-la-diosa-isis-a-la-mortal-agnodice

www.voltairenet.org/article125698.html

www.mincyt.gov.ar/cientificas.htm

 

16 de abril del 2009

 

 

 

 

 

 

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