Se sabe que bastan 30 minutos de actividad física de intensidad moderada 5 días por semana para controlar el peso. Pero hasta ahora se conocía parcialmente qué pasa en el interior del organismo para que se alcancen esos beneficios. Investigadores de Estados Unidos, Italia y Dinamarca encontraron una respuesta: descubrieron una hormona que hace que el cuerpo queme las grasas, con grandes posibilidades de conducir a un fármaco para tratar a personas con obesidad, diabetes tipo 2, y quizá otros desórdenes. Los científicos, liderados por Bruce Spiegelman, del Instituto del Cáncer Dana-Farber, que está afiliado a la Universidad Harvard de los Estados Unidos, le pusieron nombre a la hormona: "Irisina", en honor a la diosa griega Iris, que en La Illíada de Homero se la describe como "mensajera de los dioses". La hormona es la mensajera de trasladar los beneficios de la actividad física al organismo. "Había una sensación de que el ejercicio le hablaba a varios tejidos en el cuerpo", contó Spiegelman, profesor de biología celular. Su equipo encontró que la hormona Irisina tiene efectos directos sobre el tejido graso o grasa blanca, que almacena el exceso de calorías y contribuye a la obesidad. Lo detectaron a través de una experimentación en ratones. Los niveles de la hormona se elevan por la actividad física (o cuando se la inyectaron en los ratones). Esto dispara la conversión de la grasa blanca en grasa parda, que es la que puede quemar el exceso de calorías. Lo demostraron al inyectar pequeñas cantidades de la hormona en ratones sedentarios que eran obesos y pre-diabéticos
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