jueves, 28 de marzo de 2024
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Sildenafilo(Viagra): 20 años levantando expectativas

SildenafiloLa famosa pastilla azul contra la disfunción eréctil fue aprobada en EE UU en marzo de 1998. Desde entonces se han dispensado más de 65 millones de recetas en todo el mundo.

Su nombre genérico es sildenafilo (compuesto UK-92,480), pero es su nombre comercial, Viagra, el que desde hace 20 años se asocia en todo el mundo con uno de los avances médicos más revolucionarios en el campo de las relaciones sexuales: el remedio a la disfunción eréctil. La famosa pastilla azul que ha hecho posible que millones de hombres impotentes (o con otros problemas de erección debidos, por ejemplo, a la edad) puedan mantener relaciones sexuales, y que introdujo en las conversaciones un tema hasta entonces tabú, fue autorizada en el mercado estadounidense el 27 de marzo de 1998, hace ahora dos décadas, y comenzó a venderse en ese país tan solo unas semanas después. La Unión Europea autorizó su comercialización en septiembre del mismo año y a principios de noviembre llegó a las farmacias españolas. La salida al mercado de la Viagra, el primer fármaco oral contra la impotencia, dio lugar a un fenómeno social que llenó las consultas de los urólogos, provocó colas en las farmacias e hizo que las acciones de los laboratorios Pfizer, la compañía farmacéutica que lo desarrolló, subieran como la espuma. Solo en los primeros quince días se emitieron en EE UU unas 150.000 recetas y la farmacéutica copaba ya el 79% del mercado de medicinas para combatir la impotencia. Cuatro años después habían tomado Viagra unos 20 millones de hombres. A día de hoy, la cifra de recetas médicas dispensadas para su consumo legal supera los 65 millones. En noviembre del año pasado, el Reino Unido anunció que a partir de esta primavera sus farmacias serán las primeras del mundo en las que podrá adquirirse Viagra sin receta médica (se comercializará bajo el nombre Viagra Connect y podrá ser expendida por un farmacéutico para su uso en varones mayores de 18 años). Antes, en octubre de 2015, salió al mercado en Estados Unidos Addyi, nombre comercial de la flibanserina, un polémico fármaco para incrementrar la libido en las mujeres y su deseo sexual, que pronto fue bautizado como la "viagra femenina". A pesar de su apodo, ni su funcionamiento y ni sus efectos son comparables a los del medicamento para hombres, y los médicos alertaron de efectos secundarios como desmayos o disminución de la presión arterial.

La Viagra no es un afrodisiaco, pero sus efectos, evidentes entre media hora y una hora después de ingerirla, fueron descritos a menudo en los medios como "milagrosos". En Europa, durante los meses en que aún no estaba autorizada, las farmacias de Andorra, Gibraltar y San Marino, las únicas que podían venderla, se vieron desbordadas. Ni siquiera el elevado precio del producto (en torno a las 70.000 pesetas de entonces por un envase de 30 tabletas) disuadió a los numerosos compradores ávidos por probarlo. Internet pronto se convirtió en la mayor vía para obtener información sobre la Viagra o adquirirla, y diversas empresas se lanzaron a la venta del fármaco a través de la red. Al amparo del boom surgió además un floreciente mercado negro con numerosos "puntos de venta" en los países en los que todavía no estaba autorizada la pastilla, y que incluían desde consultas en las que médicos o pseudo médicos la suministraban a sus pacientes, hasta locales de alterne. Tampoco faltaron los casos de falsificaciones de la popular píldora azul, robos de cajas del fármaco o timos relacionados con él. A principios de los años 2000, Pfizer se había consolidado como líder absoluto en el mercado de los tratamientos contra la disfunción eréctil, con unas ventas a nivel mundial de más de 1.600 millones de dólares al año, una situación de dominio que empezaría a cambiar con la salida al mercado dos pastillas competidoras: Levitra, de Bayer, en agosto de 2003, y Cialis, de los laboratorios Lilly e Icos, en noviembre de ese mismo año. En 2003, los ingresos derivados de la comercialización de la Viagra de Pfizer a nivel mundial ascendían a 1.879 millones de dólares. Un año después habían caído a 1.678 millones. Finalmente, en junio de 2013, Pfizer vio seriamente diezmada su gallina de los huevos de oro, al caducar la patente que tenía sobre el fármaco. Desde entonces, el medicamento puede ser creado por otras farmacéuticas y comercializado con el nombre de genérico de "viagra" y con la misma composición activa (sildenafilo). Actualmente, por tanto, todo medicamento genérico basado en el citrato de sildenafilo puede ser llamado "viagra" sin tener que responder ante las autoridades. En 2012, antes de perder la patente, Pfizer, que se había ido recuperando poco a poco desde la salida al mercado de fármacos competidores, ingresó por las ventas de Viagra un total de 2.051 millones de dólares. En 2017 la cifra había caído hasta en torno a los 800 millones.

El nacimiento de la Viagra se produjo de una forma curiosa. Pfizer estaba realizando un ensayo de un medicamento contra la hipertensión y decidió suspenderlo, pero cuando pidió a los participantes en el estudio que devolvieran las pastillas que les habían sobrado, muchos se negaron a hacerlo. La explicación no era que hubieran solucionado sus problemas de hipertensión, sino algo bien distinto: gracias al preparado, esos hombres estaban experimentando erecciones que muchos casi ni recordaban. La reacción de Pfizer no se hizo esperar. Inmediatamente apartó la idea de utilizar el fármaco contra la hipertensión y empezó a trabajar para hacer de él un remedio contra la impotencia. Para ello, había que conseguir que lo que hasta entonces era un efecto secundario pasara a ser el efecto principal, y al contrario. Unas inversiones millonarias y casi cinco años de trabajo dieron su fruto, y el 27 de marzo de 1998 Pfizer obtuvo la aprobación de la Agencia de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA) para su producto, el citrato de sildenafil, que se comercializó como una pastilla de color azul en forma de rombo y con el nombre de Viagra (en referencia a "vigor" y "Niágara"). Viagra no era el primer remedio eficaz contra la impotencia, pero ofrecía dos grandes ventajas sobre otros: era cómodo de usar y solo provocaba la erección cuando existía una estimulación sexual.

El fin de los pinchazos Hasta entonces, el tratamiento contra la impotencia consistía fundamentalmente en aplicar un vasodilatador en el pene, mediante un pinchazo con una pequeña jeringa similar a las que emplean los diabéticos, o bien introduciendo un supositorio a través de la uretra. Si esto no surtía efecto se solía recomendar el empleo de medios mecánicos como las bombas de vacío, en las que el paciente introduce el pene para, bombeando el aire, crear un vacío que hace que la sangre fluya y surja la erección, o las prótesis, que se insertan dentro del pene mediante cirugía y proporcionan una semierección continua, suficiente para la penetración. Estos remedios llevaban años demostrando su utilidad, pero resultan mucho más engorrosos y desagradables que el tomar una simple píldora. Además, las erecciones que provocan son puramente mecánicas, independientemente de que el hombre sienta deseo o no, algo que no ocurre con la Viagra, una de cuyas ventajas es, precisamente, que actúa restaurando la respuesta natural del organismo ante un estímulo sexual, de manera que si este no existe, la erección no llega a producirse. Ello es posible gracias a que el sildenafilo no provoca directamente la erección sino que potencia la acción del óxido nítrico (ON), la molécula encargada de transmitir las órdenes de dilatación vascular al pene cuando se produce una excitación sexual.

Efectos secundarios
La Viagra comienza a hacer efecto aproximadamente una hora después de tomarla y éste se prolonga durante cuatro o cinco horas. La dosis recomendada por la FDA es de 50 miligramos al día, aunque en ciertos casos se pueden administrar dosis de 100 miligramos; y se aconseja tomar como máximo una pastilla en días alternos. Sus efectos secundarios, aunque generalmente leves, incluyen dolores de cabeza, molestias digestivas, enrojecimiento facial o alteraciones de la visión, que van desde visión borrosa a percibir las cosas con un tono azulado y dificultad para distinguir el color verde del azul, molestias que pueden durar varias horas. Puede producir además caídas de tensión, por lo que su uso está especialmente contraindicado para quienes toman compuestos con nitroglicerina para tratar dolencias cardiacas. De hecho, la asociación del sildenafil con medicinas para el corazón ha provocado numerosos sustos e incluso fallecimientos. Las primeras muertes se conocieron cuando la famosa píldora azul llevaba menos de un mes en el mercado, y provocaron cierta desconfianza en medio de la euforia. La compañía Pfizer y la FDA abrieron entonces sendas investigaciones que pusieron de manifiesto que los fallecidos eran hombres de mas de 40 años, diabéticos, hipertensos, con altos niveles de colesterol y que padecían enfermedades cardiacas. A la vista de estos datos, la FDA no consideró necesario modificar el perfil de seguridad del fármaco, aunque sí se redoblaron las advertencias sobre su uso, empezando por recordar que que se trata de un fármaco para tratar la impotencia, no para aumentar el rendimiento sexual, y haciendo hincapié en los riesgos de combinar Viagra con tratamientos a base de nitratos como los que se prescriben para combatir las enfermedades de corazón.

Fecha:28/03/2018

Fuente: https://www.20minutos.es/noticia/3299877/0/viagra-20-anos-disfuncion-erectil/?utm_source=Boletin&utm_medium=Email&utm_campaign=Suscriptores#xtor=AD-15&xts=467263


 
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