jueves, 28 de marzo de 2024
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Titulares


Son fundamentales para mantener una dieta equilibrada, hidratos de carbono, proteínas, fibra, hierro y vitaminas son sus principales atributos
 
De alimento indispensable a prescindible. Este es el camino que han recorrido las legumbres a lo largo de las últimas décadas. Durante muchos años, judías, lentejas y alubias eran las reinas indiscutibles en la cocina de la mayoría de los hogares. Su módico precio y el inestimable aporte energético que proporcionaban -suficiente incluso para convertirlos en plato único- eran sus principales atributos.
El eterno sambenito de que comer de cuchara engorda, la fase previa de "remojo" que exige su elaboración y los molestos gases que producen tras su ingesta fueron los culpables de acabar con su reinado. Los últimos datos de MERCASA, empresa nacional dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural, ilustran esta brecha: en los hogares donde quien realiza las copras es una persona con más de 65 años, el consumo de legumbres es más elevado, mientras que la demanda es menor si la persona que compra tiene menos de 35 años. Se estima además, que en España el consumo per cápita de legumbres es de 3,3 kilos al año. Una cifra que se sitúa lejos de los cerca de 5 kilos que cada español comía hace apenas 9 años, y en las antípodas de los casi 9 kilos de los años 60. Por orden, hoy en día las legumbres favoritas son los garbanzos, las alubias y las lentejas.
Para desterrar viejos mitos y malas reputaciones inmerecidas los expertos en nutrición de EROSKI CONSUMER recuerdan que para tener una dieta equilibrada las legumbres son indispensables en el menú semanal. Son alimentos funcionales que proporcionan al organismo proteínas e hidratos de carbono, la energía que necesita el cuerpo para vivir. Su consumo frecuente, entre 2 y 4 veces a la semana, consigue efectos beneficiosos frente a enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y diabetes.
Hidratos de carbono y proteínas, a puñados
Hay un lugar en el que las legumbres, pese a los vaivenes que ha sufrido su consumo, han mantenido su reinado intacto: la pirámide de la alimentación saludable. Ocupan junto a cereales, pasta y patatas, una posición de liderazgo, su base. ¿El motivo? Su alto contenido en hidratos de carbono. Más de la mitad de las calorías de una dieta debe que proceder de estos nutrientes ya que son el principal combustible del organismo, la energía que éste necesita para moverse, trabajar y pensar. Las legumbres que más hidratos aportan son las habas, con un 60%, y la que menos, la soja (26%).
Las proteínas son otra de sus bazas, especialmente en el caso de las habas, lentejas y garbanzos. Su contenido proteico varía, según el tipo de leguminosa que sea, entre los 19 gr y los 25 gr por cada 100 gr. En algunos casos, la cantidad de proteínas que proporcionan las legumbres supera incluso a la de la carne. Eso sí, la calidad del nutriente que procede de las leguminosas es inferior, a excepción de la que posee la soja. No obstante, hay una solución para mejorarla: combinar las legumbres con cereales como el arroz, el cuscús o la pasta. De esta manera, un plato de lentejas o garbanzos con arroz, sopa con garbanzos o pasta con guisantes se convierte en un aporte de proteínas tan completas como las que se concentran en la soja, la carne, el pescado o los huevos. Es un recurso muy útil para sustituir semanalmente algunas raciones de carne o de pescado por un buen plato de legumbres con cereales, con la garantía total de que el nuevo plato es igualmente nutritivo.
Pero los hidratos y las proteínas no son los únicos nutrientes que proporcionan. Las legumbres son fuente de vitaminas B y E. En cuanto a los minerales, aportan de forma notable calcio, zinc, potasio, fósforo y magnesio. Aunque las lentejas se lleven la fama de ser las que más hierro contienen, lo cierto es que todas las legumbres contienen de dos a tres veces más que la propia carne. Ocurre lo mismo que con las proteínas. El organismo absorbe peor el hierro de origen vegetal que el animal. Sin embargo, la vitamina C de otros alimentos que acompañan a las legumbres, como el pimiento verde o el tomate, mejora el grado de asimilación del hierro de las legumbres.
Ahora bien, todas estas cualidades positivas de las legumbres varían ligeramente en función de su método de conservación. Las frescas, como guisantes y habas que no necesitan ni remojo ni cocción, tienen menos hidratos de carbono y calorías que las secas (garbanzos, lentejas, alubias?). Las que se comercializan en conserva aportan más sodio debido a la sal que se les añade como conservante. Y las congeladas concentran mayor cantidad de vitamina C.
Buenas para el corazón
El poderío nutritivo de las legumbres es el responsable de que su consumo frecuente, entre 2 y 4 veces a la semana, tenga efectos beneficiosos en la salud. Ayudan a mantener el nivel en colesterol en sangre bajo, siempre que se combinen con una dieta pobre en grasas. Las saponinas, sustancias abundantes en las legumbres y en especial en las germinadas, son las responsables de reducir el colesterol ya que impiden su absorción en el intestino. Todo ello incide a su vez para que los niveles de riesgo de enfermedades cardiovasculares sean bajos.
Las legumbres tienen un índice glucémico pequeño, después de ingerirlas aumenta poco el nivel de glucosa en sangre. Por ello, son recomendables para los diabéticos ya que contribuyen a mantener los niveles de azúcar en sangre más estables. Además, varias investigaciones desarrolladas indican que su consumo frecuente puede prevenir la resistencia a la insulina de estas personas.
También son un aliado perfecto para combatir el estreñimiento y conservar la buena salud del intestino. La fibra es otro de los nutrientes que más destaca en las legumbres. Un plato de alubias (100gr) aporta alrededor de 18,75 g de fibra, más de la mitad del total diario recomendado. Su consumo habitual favorece el buen tránsito intestinal y previene la aparición de cáncer colorrectal.
¿Engordan o no?
El mito de que las legumbres son "pesos pesados" que aportan demasiadas calorías está muy extendido. Pero, ¿qué es lo que realmente engorda la legumbre en sí o los "sacramentos" que las acompañan? El aporte calórico medio de una ración de legumbres (100gr) oscila entre las 280 y 400 calorías. Una cantidad considerable, dada su particular composición nutritiva, pero que se duplica, e incluso triplica, cuando en el plato coinciden chorizo, panceta, morcilla y otros consortes tan arraigados en nuestra cocina. Las más calóricas son las de tipo oleaginoso como el cacahuete, la soja y el altramuz. En todas ellas, la grasa es de tipo insaturado, la "saludable". Su contenido graso es bajo, entre un 1% y un 6%, a excepción de los altramuces (15%), la soja (17%-20%) y el cacahuete (40%-50%).
Diversos estudios realizados indican que la sensación de saciedad es mayor cuando se come un plato de legumbres que cualquier otro alimento. Una cualidad que evita que aparezca el "gusanillo" del hambre a media tarde y el correspondiente picoteo para acallarlo. Por tanto, no es aconsejable eliminar las legumbres de la alimentación, sino que lo conveniente es variar el tipo de ingrediente que se le añade de forma habitual o reducir, al menos, su presencia.
La otra cara de la moneda
El aporte elevado de fibra de las legumbres tiene efectos saludables en la salud, pero también otros menos deseables: los gases y la hinchazón abdominal. El mejor remedio para combatirlos es incorporar las legumbres de forma progresiva a la dieta, para que el cuerpo se acostumbre a ellas. Sin embargo, no es el único antídoto que funciona. Para reducir la flatulencia tras consumir legumbres hay distintos trucos y consejos que conviene aplicar:
? "Asustar a las lentejas". Es una técnica ya tradicional en muchos hogares. Consiste en romper el hervor mientras se cuecen las legumbres. Se retira la cazuela del fuego durante unos minutos o bien se añade agua fría a la que acaba de hervir. De esta manera, se reducen al máximo los oligosacáridos que son los culpables de producir los gases.
-Puré. El mayor aporte de fibra procede de los hollejos, o las pieles, de las legumbres. En el intestino se fermentan y ocasionan la flatulencia. Si los hollejos se retiran, se previene su aparición. Tomar las legumbres trituradas en puré o pasadas por el colador chino para quitarles la piel reduce el riesgo de sufrir gases.
-Anís. Añadir durante la cocción condimentos carminativos como comino, anís, romero, tomillo o hinojo es otra de las medidas. Facilita la digestión de las legumbres y se reduce el cúmulo de gases.
-Sin prisa. Masticar bien los alimentos, comer y beber despacio evita tragar una cantidad excesiva de aire mientras se come.
-Infusión. Poner fin a la comida con una infusión digestiva de alguna de las plantas antes mencionadas, o de las conocidas manzanilla y menta poleo es otro de los remedios, tan habitual como efectivo.
Fecha de publicación: 16 de abril de 2010
http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/alimentos_a_debate/2010/04/16/192446.php


 
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