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Finlay, escudo del patrimonio científico de Cuba
La Habana, 20 ago (PL) El médico cubano Carlos J. Finlay Barrés (1833-1915) trascendió a América Latina y al mundo por su contribución en el universo del conocimiento científico y del patrimonio de la humanidad.
Al cumplirse hoy el centenario de su fallecimiento, sus aportes mantienen plena vigencia, pues inspirados en su ejemplo los médicos cubanos llevan hoy la salud a numerosos países en lucha contra enfermedades como el ébola en África o el cólera en Haití.
Finlay se adelantó en décadas al desarrollo científico de su tiempo cuando estableció en 1881 la teoría metaxénica del contagio de las enfermedades, que explicó la forma de transmitirse las enfermedades infecciosas y el modo de erradicarlas.
El descubridor de que la picada del mosquito Aedes aegypti hembra transmitía la fiebre amarilla elaboró un plan antivector como solución para erradicar esa terrible enfermedad en el siglo XIX.
Al enunciar el nuevo modo de contagio, a través de un agente biológico intermedio que propaga un padecimiento de una persona enferma a otra sana, Finlay rompió con las concepciones epidemiológicas de la época, de que las patologías se diseminaban por el contacto directo entre las personas o la influencia de un factor ambiental.
Sus simples y únicos instrumentos de investigación, con los cuales reveló uno de los más grandes descubrimientos de la Medicina, fueron su microscopio binocular, un ábaco para medir los huevos y especímenes de mosquitos, y el último cuarto de su casa, que su esposa Adela Shine preservó con mallas metálicas para que esos insectos no pudiesen escapar ni penetrar desde el exterior.
En esa soledad de su hogar, solamente conversaba con su esposa a la hora de comer y almorzar.
Por su contribución para librar al mundo del también llamado vómito negro, y por la posibilidad que brindó para erradicar otras dolencias, al relevante sabio de la mayor de las Antillas se le considera un benefactor de la humanidad.
La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo incluyó entre los seis microbiólogos más grandes de la historia, e instituyó el Premio "Carlos J. Finlay", a iniciativa de Cuba, para estimular las investigaciones en Microbiología y sus aplicaciones.
Finlay pracÂ?ticó la oftalmología y expuso algunas consideraciones generales sobre la extracción de cataratas, describiendo un nuevo método operatorio. Diseñó un dispositivo para atenuar la brillantez de la luz natural en los operados de esa dolencia, así como un efectivo vendaje ocular.
Prestó particular atención a prevenir la aparición del tétano en el recién nacido, orientando la desinfección obligada de las manos y los instrumentos a emplear por las personas encargadas de cortar y retirar el cordón umbilical.
Estudió el muermo, enfermedad del ganado equino que podía afectar al hombre, y reportó el primer caso de filaria en sangre observado en América. Hizo importantes investigaciones sobre el cólera.
Sus recomendaciones higiénicas para eliminar el mosquito permitieron erradicar la fiebre amarilla en Panamá, Río de Janeiro, Veracruz, Nueva Orleans y otros lugares donde ese mal cobró numerosas muertes.
Con su teoría del vector biológico en la transmisión de enfermedades infecciosas, Finlay abrió las puertas a la explicación del paludismo, dengue, filariasis, leishmanias, tripanosomiasis y otras afecciones, dando inicio a la entomología médica.
Fuente.Prensa Latina.Disponible en :http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=4087231&Itemid=2
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