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Historia
El 8 de Marzo como fecha oficial para celebrar el Día Internacional de la Mujer, fue propuesta en el año 1910, durante el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas, celebrado en Dinamarca, por la dirigente alemana Clara Zetkin, integrante del Sindicato Internacional de Obreras de la Confección.
Con esa propuesta los participantes deseaban honrar la memoria de un grupo de mujeres que, con toda entereza, ocuparon en 1857 la fábrica textil donde trabajaban en la ciudad estadounidense de Nueva York. Las delegadas al encuentro exigían igualdad de salarios con los hombres y una jornada de trabajo con un máximo de 10 horas diarias.
En Cuba se celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo de 1931, con un acto en el Centro Obrero de Cuba, ubicado en la calle Revillagigedo, número ocho, en La Habana, al que se convocó a las mujeres que trabajaban en diferentes talleres, establecimientos comerciales y fábricas de la ciudad. Ese día usaron de la palabra Charito Guillaume, en nombre del Comité Pro-organización de la Mujer Trabajadora; Panchita Batet representando al Sindicato Textil, también una delegada por los zapateros y la obrera Caridad Suárez, quien recitó una poesía.
Ese día también un grupo de presas políticas, entre las que estaba la Doctora Ofelia Domínguez fundadora de la Unión Laborista de Mujeres, recordaron la fecha y luego redactaron un mensaje en humilde papel, del conocido como estraza, que dirigieron a Eudosia Lara, presidenta de las mujeres despalilladoras, en cuyas líneas le dirigían un mensaje de "adhesión y simpatía" en ocasión del Día Internacional de la Mujer
Con el triunfo de la Revolución, en enero de 1959, las mujeres cubanas se incorporaron de lleno a la construcción de la nueva sociedad socialista y desde entonces no luchan por reivindicaciones sociales, sino por una mayor participación en el trabajo, la superación cultural y la defensa de la Patria.
Sobre la grandeza de la mujer, en especial de las cubanas, el Apóstol José Martí escribió en el periódico Patria: Las campañas de los pueblos sólo son débiles, cuando en ellas no se alista el corazón de la mujer; pero cuando la mujer se estremece y ayuda, cuando la mujer, tímida y quieta de su natural, anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño- la obra es invencible.
