sábado, 20 de abril de 2024
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Titulares

Epónimos: «William Heberden, los nódulos, la angina y otros aportes importantes a la Medicina»

quijote-picaso-01-hDr.C. Julio César Hernández Perera

Desde la carrera de Medicina, los estudiantes que cursan por la asignatura de Propedéutica clínica rápidamente aprenden a reconocer en el examen físico los nódulos de Heberden y de Bouchard. Relacionados ambos, con la degeneración osteoarticular, los primeros tienen características específicas que las diferencian de otros procesos articulares, dados por: agrandamiento del dorso de las articulaciones interfalángicas distales, ser duros e indoloros cuando están totalmente desarrollados, que se mantienen por el resto de la vida. Por su parte, los de Bouchard, aunque son similares, se diferencian por estar localizados en las articulaciones interfalángicas proximales.

nodulos-de-heberdenLos nódulos de Heberden deben su nombre a quien los describió, el médico inglés William Heberden, quien por los trascendentales aportes que hizo es considerado por muchos como una de las figuras más importantes de la Medicina del siglo XVIII. Nació en Londres en el año 1710. A la edad de 7 años entró en la escuela de San Saviour. Ese mismo año -en 1717- quedó huérfano de padre, por lo que no pudo contar en su formación con la influencia paterna. No obstante, su madre supo reconocer ciertas habilidades y potencialidades del muchacho, por lo que en 1724 decidió enviarlo a Cambridge, donde matriculó en el Colegio San Jonh. En 1728 obtuvo el grado de Bachiller en Artes, y así, pudo adquirir una adecuada educación clásica. Además, aprendió a la perfección el idioma hebreo y el latín.

Con posterioridad continuó sus estudios en Medicina en Cambridge y en Londres. En 1739 alcanzó el grado de Doctor en Medicina. Continuó en Cambridge por nueve años ejerciendo la profesión y educando. En 1746 fue elegido miembro asociado del «Real colegio de médicos de Londres». Invitado por Sir Edward Hulse, quien era médico del rey George III, se estableció en Londres en el año 1748. En esa urbe, su reputación como médico se enalteció de manera vertiginosa, a tal punto que a solo un año de su llegada fue elegido como miembro de la «Royal Society».

En 1782, a la edad de 73 años, se retiró de la práctica médica activa. Murió a los 92 años en su residencia en Pall Mall, Lodres. Corría el año 1801 y coincidentemente culminaba el siglo XVIII.

Las contribuciones de Heberden a la Medicina

william-heberden-cgHeberden se distinguió por ser un médico muy observador y un escritor muy prolífico. Uno de sus hábitos fue el de tomar notas de todo lo relacionado con la naturaleza y la cura de las enfermedades. Al final de cada mes, tenía el cuidado de transcribir y organizar estos apuntes. Así, hasta el año 1782 llegó a colectar un vasto y valioso material -escrito en latín e inglés-, que se empleó como fuente primaria para la publicación de «Commentaries en the History and Cure of Diseases». Esta obra fue publicada y editada por su hijo, William Heberden «el joven», después de su muerte en 1802 y persiste como uno de los clásicos de la Medicina más leídos en el mundo. Fue en esta obra donde se describió el «digitorum nodi», que en la actualidad conocemos como «nódulos de Heberden» y que ya han sido descritos al inicio de este trabajo. En una parte de su trabajo se encuentra esta referencia: «¿Qué son los pequeños nódulos duros, de aproximadamente el tamaño de un guisante, que se pueden ver con frecuencia encima de los dedos, especialmente a poca distancia del final y cerca de la articulación? Ellos no tienen relación con la gota, pueden ser vistos en personas que nunca la han padecido; y persisten a lo largo de la vida [...]».

Otro de sus aportes fue la descripción de la «angina pectoris» o «angina de pecho» -en algunos libros de Medicina está también recogida como «angina de Heberden»-. Aunque la enfermedad fue descrita mucho antes, en 1632, por el Conde de Clarendon quien narró la muerte de su padre con suma precisión, fue realmente Heberden quien hizo una descripción pormenorizada del cuadro clínico, caracterizado por dolor agudo en la región precordial. En esta cita se ve como lo detalló y denominó: «Hay una dolencia del pecho con síntomas difíciles y peculiares. Hay que prestarle atención, porque ni está libre de riesgos, ni es particularmente rara. Su localización y la sensación de angustia que tiene el paciente justifican el nombre de "angina pectoris"». Refirió además, que a medida que pasaba el tiempo, en estos pacientes era progresivamente menor el período libre de dolor, así como el esfuerzo que lo desencadenaba. Con sumo cuidado representó las variaciones en el tipo de dolor, su forma de inicio y distribución. Casi todos los enfermos que fueron registrados con este cuadro clínico, fallecieron de manera súbita.

Hizo además, una descripción muy precisa de las razones que pudieron estar vinculadas con el dolor, como «espasmódico y no inflamatorio» en su origen. En aquellos momentos se ignoraba la causa, en la actualidad es bien conocido que se debe a una insuficiencia del riego sanguíneo del miocardio, casi siempre por estrechamiento u obstrucción aterosclerótica de las arterias coronarias. Incluso, con la descripción de la angina de pecho, Heberden propuso que el tratamiento debía ser el reposo, calentarse y administrarle opio y licores fuertes. Escribió que las sangrías y el estímulo del vómito, procederes que se aplicaban con mucha frecuencia en aquel entonces, parecían ser inadecuados.

Otros de sus aportes tienen que ver con la descripción de otras enfermedades como la cefalea, la tuberculosis de la articulación de la cadera, la varicela, la viruela y la púrpura, que en la actualidad se conoce como de Henoch. Con respecto a esta última enfermedad, Henoch la describió en 1874, sin embargo, Heberden realizó similar elucidación en niños 70 años antes y la había denominado como «purpureae maculae».

Para Heberden, el principal objetivo de la educación de la Medicina, era comprender la historia de las enfermedades y conocer cómo prevenirlas, curarlas o paliarlas de la mejor manera. Al aclarar los síntomas de las diferentes afecciones ayudaba a conocerla y a comprenderla. Según su hijo: «tenía un auténtico deseo de ayudar a la humanidad en el camino hacia el bienestar y la felicidad».

Su carácter afable, humano y dedicado a su profesión, le hizo ganarse la simpatía e infinitos halagos por parte de sus amigos a quienes impresionaba además, por sus vastos conocimientos. Uno de ellos, fue una de las figuras literarias más importantes de Inglaterra, Samuel Johnson -también conocido como el Dr. Johnson-. Cuando esta personalidad se encontraba en su lecho de muerte y se enteró de quién lo atendía, apodó a Heberden como el «ultimus romanorum» (el último romano). Así lo glorificaba -a su entender-, como el último de los grandes sabios médicos de su época. Realmente esta expresión bien podría ser sustituida en la época actual como: «el primero de los médicos modernos».

Bibliografía
The Rt Hon The Lord Cohen Of Birkenhead. Heberden Oration, 1961: William Heberden. Ann Rheum Dis. 1962 Mar;21(1):1-10.
Guthrie D. Doctor William Heberden. Ann Rheum Dis. 1951 Sep;10(3):217-20.


 
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