miércoles, 24 de abril de 2024
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Titulares

Epónimo. «Enfermedad o Contractura de Dupuytren»

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quijote-picaso-01-hPor Dr.Cs. Alfredo Ceballos Mesa y Dr.C. Julio César Hernández Perera.

En los inicios del siglo XIX, un médico francés llamado Guillaume Dupuytren describió una contractura en flexión de los dedos tercero al quinto de la mano, por fibromatosis de la fascia palmar, y además, desarrolló una técnica quirúrgica para su tratamiento. Esta afección, conocida como «Enfermedad o Contractura de Dupuytren», puede ser familiar para muchos médicos, sobre todo ortopédicos, internistas y reumatólogos. Pero..., ¿quién fue Dupuytren?

El Barón Guillaume Dupuytren, fue uno de los cirujanos franceses más famosos de la primera mitad del siglo XIX. A él se le señala como una de las personalidades médicas que incorporó totalmente en la cirugía, la mentalidad anatomoclínica.

Inicios de una vida agitada

Nació el 5 de octubre de 1777 en la villa «Pierre-Buffière», cerca de «Limoges», en «Haute Vienne», Francia. Su madre se llamaba Marie Marguerite Faure, y su padre, Jean Baptiste, un modesto abogado de Bordeaux. Algunos de sus antepasados fueron cirujanos en su ciudad natal. Segundo de nueve hermanos, su infancia tuvo momentos tormentosos al ser raptado a los 4 años de edad por una acaudalada dama de Toulouse, que se sintió cautivada por lo atractivo y la inteligencia del niño. Aunque más tarde fue recuperado por su familia, al cumplir los 12 años de edad, nuevamente se separa de sus padres cuando fue llevado a París por un oficial de caballería del pueblo, que le costeó los estudios en la escuela jesuita de «La Marche».

Influenciado por la Revolución Francesa, sentía gran vocación por la carrera militar. Pero encontró la oposición de su padre que le recordó la ascendencia de varios cirujanos en la familia Dupuytren. «¡Tú serás cirujano!», le ordenó en 1793.

Comenzó sus estudios de medicina en el hospital «St. Alexis» de Limoges. Poco tiempo después, se trasladó con su padre a París y entró en la «Escuela de la Salud». Al final, también había transitado por otros centros. Recibió y siguió los cursos de Crovisart y de Boyer en el hospital de la «Charité», de Pinel en la «Salpêtrière», y de Cuvier en el «Jardin des plantes». Aun siendo estudiante, ganó en 1795 el puesto de disector anatómico y tuvo como ayudantes a Laennec y Bayle. Y cuentan sus biógrafos, que en este periodo de tiempo, la vida del Dupuytren fue ardua y triste a la vez. La pobreza era tanta, que se veía obligado a usar grasa obtenida de los cadáveres que preparaba, con el fin de elaborar aceite destinado al aprovisionamiento de las lámparas que empleaba en largas noches de estudio.

La vida de médico y de profesor

Con un historial y prestigio que acumuló desde que era estudiante de medicina, alcanzó el Doctorado en 1803. Concursó y ganó el grado de cirujano en hospital «Hôtel-Dieu» y en 1808 el de Cirujano Jefe de ese centro, donde trabajó y enseñó durante 25 años. En aquel entonces, el hospital que lo había acogido, llegó a ser considerado como uno de centros científicos más importantes de Europa.

Su horario de trabajo era más bien desorganizado. Pase de visita con estudiantes, internos y visitantes de seis a nueve de la mañana; una hora de conferencias o clases; operaciones hasta pasado el mediodía. En este momento iba a su casa donde citaba pacientes, y a las seis de la tarde regresaba al hospital para revisar a los operados del día, y estudiar a los que habían fallecido.

Dupuytren puede ser caracterizado como un hombre de hierro, obsesivo, perfeccionista. No aceptaba disidencias. Era ambicioso y cínico frente a sus colegas y alumnos, pero atento y gentil con sus pacientes. Acostumbraba a impartir docencia de una manera diáfana, aspecto que explica el por qué, a pesar de su duro carácter, siempre estaba rodeado de alumnos ansiosos y pendientes de su legado.

Muchos de sus coterráneos mantuvieron relaciones de enemistad, entre ellos se encontraban: Bayle, Laennec, Roux, Velpeau, Richerard y Lisfranc. Por esta razón se ganó epítetos como: «El primero entre los cirujanos, el último entre los hombres», «El Napoleón de la cirugía», «La bestia del Sena» y «El bandido del Hôtel-Dieu».

El título nobiliario de «Barón» le fue concedido en 1820 por Luis XVIII, pero no lo nombró Cirujano del Rey por sus ideas ateístas. Más tarde, Carlos X lo designó cirujano de la Casa Real.

A pesar de las malas relaciones personales entabladas con algunos otros médicos -creadas en oportunidades por los celos profesionales-, ellos reconocían en Dupuytren su competencia y sus contribuciones a la cirugía. Nos legó varias técnicas quirúrgicas que él mismo creó y desarrolló, como: la exéresis de la mandíbula; la corrección de la tortícolis mediante sección subcutánea del músculo esternocleidomastoideo; el drenaje de abscesos cerebrales; la exéresis del cuello uterino en el tratamiento del cáncer de este órgano; el tratamiento de aneurismas mediante compresión y ligadura de las arterias subclavia, carótida e ilíaca externa; la dacriocistorinostomía; la creación de ano artificial; métodos para la extracción de las cataratas; el tratamiento del hidrocele; la fistulectomía rectovaginal y rectovesical; la cirugía del labio leporino y el uso de colgajos cutáneos para el tratamiento de los defectos faciales después de una intervención quirúrgica por cáncer. En 1826 publicó una destacada descripción clínico-anatómica de la luxación congénita de la cadera.

contractura-de-dupuytren-02En 1832 publicó la enfermedad, que más tarde se conocería con su nombre o como «Contractura de Dupuytren». En aquella oportunidad precisó que la flexión digital en la mano se debía a una afección fibromatosa de la fascia palmar y no a una lesión tendinosa. Planteó que la solución era mediante un proceder quirúrgico que consideró de elección, la fasciotomía.

Sus experiencias en las Guerras Napoleónicas, lo llevaron a escribir en 1830 sobre lesiones traumáticas. Introduce el vendaje y la férula de inmovilización que aún llevan su nombre, aunque en la actualidad ya no se emplean.

Debemos tener en cuenta que todo este trabajo quirúrgico, y más, se realizaba mediante el empleo del láudano -tintura alcohólica de opio- como agente anestésico, complementado con amarras y la fuerza muscular de sus ayudantes, para inmovilizar al paciente.

Rechazaba escribir sobre sus experiencias diarias, aunque sus conferencias eran brillantes, pautadas y explicativas -acostumbraba a morderse las uñas de los dedos izquierdos-. Su oratoria fue escrita por sus alumnos y acólitos, y publicadas a partir de 1832 con el título «Lecturas Orales», que fueron progresivamente traducidas a los principales idiomas de la época. Esto internacionalizó el nombre de Dupuytren, su vida y experiencia.

Los orígenes y primeras copias se encuentran en el museo de Anatomía Patológica de la Escuela de Medicina de París, que se erigió con parte de su herencia. Hoy es el Museo de Dupuytren.

Otros aportes que se convirtieron en epónimos

La vida de este médico estuvo colmada de otros aportes importantes que se reconocen en la actualidad con su nombre, como:

  • «Absceso de Dupuytren». Absceso presente en la fosa ilíaca derecha.
  • «Flemón de Dupuytren». Flemón que se presenta en la región anterolateral del cuello.
  • «Férula de Dupuytren». Férula lateral usada para prevenir la eversión en la fractura de Pott.
  • «Fractura de Dupuytren ». También conocida como «Síndrome de Pott», se caracteriza por la fractura bimaleolar del tobillo. Es causado por desplazamiento hacia afuera y hacia atrás de la pierna, mientras el pié está fijo.

Últimos momentos

En 1833, mientras impartía una de sus conferencias, notó una discreta parálisis de su hemicara derecha, caída de la mejilla e imposibilidad para cerrar el ojo de ese lado. Le ordenaron reposo, que llevó a cabo junto a su hija y nietos en Italia. Al regresar, continuó con sus conferencias, pero con evidentes limitaciones expresivas y orales. Dos años más tarde, el 8 de febrero de 1835, falleció «El Barón» como consecuencia de un empiema, que él mismo decidió no tratar al considerar que la muerte era su destino.

Se transcribe una de sus últimas frases lapidarias: «Nada debe ser temido tanto por un hombre, como la mediocridad»

Bibliografía

  • Dunn PM. Baron Dupuytren (1777-1835) and congenital dislocation of the hip. Arch Dis Child 1989;64:969-970.
  • Golwyn RM. Guillaume Dupuytren: his character and contributions. Bull N Y Acad Med. 1969; 45(8):750-60.

 
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