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ENERGÍA VITAL DEL UNIVERSO

EN EL DÍA DE LA MEDICINA LATINOAMERICANA

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Por Jorge Sariol

“La fe mueve montaña” se dice con frecuencia, aunque no hay evidencia de que tal cosa haya sucedido, al menos por la fuerza de la fe, y sí por acción del hombre o por accidente de la naturaleza. Pero la frase sigue teniendo validez pues simbólicamente significa el triunfo sobre las cosas, aún cuando se confunda fe con empeño y tenacidad. Y es que por lo general al confundir los términos pensamos que con solo esperar, fervorosamente, se hallará la respuesta.

Sucede así con las enfermedades y con la esperanza de cura. Sucede igualmente con la necesidad de encontrar la luz al final de un camino.

“Solo se puede curar una enfermedad si existe equilibrio entre la mente, el cuerpo y la conciencia”, reza un axioma de la medicina holística.

Tal vez por eso en este mundo vertiginoso y revuelto todos —científicos y curanderos— amparados en el apotegma de que no existen enfermedades sino enfermos, buscan armonía entre el sistema endocrino y el sistema inmunológico de cada quien, con la “energía vital del universo” que se supone gravita sobre cada uno de nosotros.

Al lado de un moderno tomógrafo axial computarizado, alguien invoca al reiki, al Namasté, o a los “poderes” del otro lado del Atlántico.

Está claro que con la soberbia nunca se encontró salida. La arrogancia es mala consejera.

Buscando equilibrio entre la fe y la certeza basada en la ciencia es que la Fundación de Ayuda y Promoción de las Culturas Indígenas —FAPCI— realizó recientemente en la capital cubana su taller Internacional Salud y diversidad cultural en el mundo.

Además de muchos académicos —vinculados a las ciencias médicas, a la antropología y a la sociología—, participaron varios jóvenes estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM).

La idea fue, pues, que estos futuros médicos vayan luego a sus comunidades de esta América Nuestra, a llevar la ciencia de la salud basada en el ejercicio de la sapiencia, sin menospreciar la transmisión cultural y los “saberes” populares, desde la medicina natural, tradicional y originaria, hasta las creencias ancestrales, sobre los poderes de sanación de enfermedades con ritos y creencias.

Se escogió esta vez a Cuba por haber sido encrucijada y puente de muchas culturas, aunque nuestros aborígenes hayan sido exterminados rápidamente.

Significa que en la búsqueda de ese equilibrio entre la mente y el cuerpo está el humano natural, lleno de fe, pero también pleno de tenacidad, empeño y perseverancia.

En mi opinión es feliz idea esta de realizar un taller internacional de esta naturaleza, pues sobre nuestras tierras de América durante cinco siglos ha llovido demasiado de fe y muy poco de empeño y tenacidad a la hora de dar al pueblo lo que es del pueblo.

En tiempos de conciliación y armonía, encontremos el equilibrio