
Por Jorge Noel Marqués
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martes, 26 de enero de 2021 |
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Salud, es el tema
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Un pediatra que cumplió bien la obra de su vida Viernes, 04 de noviembre de 2005 Fui uno de los sorprendidos con el lamentable e inesperado deceso del doctor Raúl Riverón Corteguera. No hay dudas de que la comunidad científica cubana en general y la Pediatría en particular pierden a uno de sus más destacados profesores. Tal vez me correspondió el privilegio de ser el último periodista que conversó con él. Transcurrían, en La Habana, los cursos pre-congreso de la XXV reunión nacional de Pediatría y deseaba abordar una temática en la que era un experto: las enfermedades diarreicas agudas. Lo encontré en la Facultad de Ciencias Médicas “General Calixto García"; allí funcionaba el curso de enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes. Era la mañana del 18 de octubre. Recibí tu correo electrónico, me comentó en voz baja. Será muy útil que en tu sección aparezcan algunas de las consideraciones más relevantes del tema. Recuerda que como resultado de la diarrea aguda, todavía mueren todos los años más de un millón y medio de niñas y niños menores de cinco años, de acuerdo con datos aparecidos en la Declaración Conjunta de la OMS y el UNICEF de agosto de 2004. Hoy te puedo facilitar algunos materiales y mañana pasa por mi casa para que completes los datos que necesitas. De acuerdo profesor, allí estaré, le expresé cuando terminó la sesión y penetró en su auto para marcharse. “Llevo más de tres décadas analizando las afecciones diarreicas agudas y luego de 42 años de la puesta en funcionamiento de un programa contra estas enfermedades, Cuba logró disminuir la mortalidad infantil en un 99.2 % con respecto a los menores de un año y alcanzó una cifra similar en los menores de cinco años”. Estaba distendido, satisfecho, optimista, en su habitación de estudio y de elaboración de artículos científicos; hablaba desde su mesa de trabajo, al lado de su computadora, rodeado de numerosos libros y diversos documentos. “Los que trabajamos relacionados con la salud materno-infantil, hemos tratado por todos los medios de reducir los indicadores de mortalidad. Esa es una de las actividades que ha priorizado siempre nuestro Estado revolucionario”. “Si me preguntas cómo es el tratamiento contra la diarrea te diría: agua para que el niño no se deshidrate y comida para que no se desnutra. El uso de antibióticos únicamente limitado a la shigella flexneri y al cólera y como no tenemos cólera queda indicado a la shigella. También añadió que recientes estudios realizados por la OMS recomiendan el uso de sales de rehidratación oral con bajas concentraciones de glucosa y sal y la administración de suplementos de zinc, que posibilitan disminuir el número de muertes en la infancia. Entre sus satisfacciones, citó su participación en la escritura del primer programa para reducir la mortalidad infantil en Cuba, a partir de una idea del doctor Pedro Azcuy, el 11 de noviembre de 1969, en Santiago de Cuba. Tras arribar a los 71 años, percibo al profesor Riverón como un pediatra que ha cumplido bien la obra de su vida y reflexiono entonces que su muerte no es verdad como expresa el sabio texto. Y no es verdad, sobre todo, cuando observo sonreír a una niña o a un niño cubano y pienso, en cambio, en los que debieran hacerlo en otras latitudes. Por eso no es verdad su muerte, por eso cumplió bien la obra de su vida.
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Lic.
Bárbara
Lazo Rodríguez:
Licenciada en Información Científico Técnica y Bibliotecología -
Directora de la Biblioteca Médica Nacional
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Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas, Ministerio de Salud Pública
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