
Por Jorge Noel Marqués
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jueves, 28 de enero de 2021 |
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Salud, es el tema
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Una droga bajo piel de cordero 03 de marzo de 2007 Por Lourdes Pérez Navarro En Cuba el 5% de la población mayor de 15 años de edad sufre tal padecimiento (índice que en otros países de nuestra región alcanza entre el 10 y el 15%); sin embargo, un número superior de cubanos ingiere bebidas alcohólicas de manera frecuente y embriagante, e integra el grupo de bebedores de riesgo, con altas posibilidades de dañarse a sí y a otros.
Internacionalmente ningún experto aboga por prohibir el consumo, pero sí la embriaguez; esta última conduce a grandes peligros, pues puede transformar al mejor de los seres humanos en la peor de las bestias, señala el doctor González Menéndez.
¿Qué ocurre en el adulto cuando ingiere alcohol con frecuencia y en exceso? Su organismo sufre cambios tóxicos y metabólicos, sobre todo en el procesamiento de las grasas, las cuales son depositadas en las arterias y en el hígado. Tales alteraciones se producen con mayor rapidez y gravedad cuando el alcohol consumido —que resulta ser un "antialimento"—, equivale a más del 20% de las calorías de la dieta. Esto explica por qué quienes beben en exceso corren serios riesgos de sufrir infartos cardiacos, trombosis cerebrales o padecer de hígado graso y, de seguir el consumo, también cirrosis hepática, pues las grasas llegan a niveles muy altos, y con ellas aumenta el llamado colesterol malo con disminución del bueno, lo cual determina la acumulación de grasa y la obstrucción en las paredes arteriales y en el hígado. Según calculan los especialistas, el alcohol es el causante de la pérdida de entre 10 y 12 años de vida. Quien convive con un alcohólico (no rehabilitado) y tiene que soportar años de estrés mantenido —por la incertidumbre implícita en la preocupación acerca de ¿cómo vendrá?, ¿qué habrá hecho en la calle?, ¿qué le hará a mis hijos?—, lo paga con pérdida de la salud, y la aparición de enfermedades como hipertensión, obesidad, infartos cardiacos y cerebrales, úlceras gastrointestinales, soriasis, depresión y hasta disminución del interés por la vida. Lo importante es evitar llegar a ese estado, y si ya ocurrió, buscar con urgencia ayuda médica para la rehabilitación del adicto. ¿Cómo se puede lograr? Nuestro sistema de salud permite hacerlo. Comienza por el médico de la familia, las áreas especializadas de los policlínicos y los centros comunitarios de salud mental de cada municipio. Pero sucede que cuando el paciente no desea rehabilitarse desgraciadamente obstaculiza el proceso. Por eso lo más importante es no dejar que las cosas lleguen a tales extremos. La prevención debe empezar con el ejemplo de padres "consumidores responsables" de bebidas alcohólicas; evitar a toda costa convidar a personas jóvenes a "darse un trago" u ofrecerlo a un niño "para que sea hombre", uno de los más frecuentes y dolorosos errores que puedan cometerse en un hogar, cuyas funestas consecuencias resultan incalculables. Hay que desarrollar un estilo de vida en el cual el alcohol desempeñe un papel cada vez menos importante. Para celebrar, divertirnos o mostrar amistad, amor u hombría, no necesitamos embriagarnos; estos constituyen atributos espontáneos en cualquier persona normal. El alcohol resulta ser realmente una droga bajo piel de cordero: Es como un lobo enmascarado en el cuero de un inofensivo animal, que va multiplicando, mediante el acercamiento inadvertido, sus nefastas potencialidades dañinas. |
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Lic.
Bárbara
Lazo Rodríguez:
Licenciada en Información Científico Técnica y Bibliotecología -
Directora de la Biblioteca Médica Nacional
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Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas, Ministerio de Salud Pública
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