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Homenaje a “José Martí ”

 
Palabras de Presentación de la obra del Artista Plástico:José Miguel Pérez Hernández
 
  “Naturaleza Muerta, Animales y Figura Humana”  

 

Palabras de Presentación de Esther Suárez Durán que formarán parte del catálogo de presentación de la muestra internacional a efectuarse en octubre del 2001 en la ciudad de Campeche, Méjico.   

Poesía de un primer día del mundo.

Así se refirió alguna vez a  la obra de José Miguel un colega feliz que halló el modo exacto de expresar el mundo del artista.

Es claro que el arte se comunica por sí mismo; no obstante, disfruto el privilegio  que me ha concedido el artista y hago el ensayo, el venturoso ejercicio, de presentar ante ustedes  al amigo y  su obra. En  semejante faena otros me han antecedido, con más derecho y conocimiento, y  esas veces las palabras han brotado en un  estallido similar a esa explosión de colores que caracteriza la pintura de este creador.

En esta ocasión yo solo podré adelantarles la descripción de la fiesta  que pronto les aguarda. Advertirles acerca de la capacidad de fabulación del artista; de la ingenuidad y frescura, la alegría de vivir que anima su expresión; del rigor en la composición; de la vigorosa danza cromática; de la audacia en la ejecución, el riesgo del trazo atrevido, en una obra que, sin embargo, se siente pensada, responsable, tributaria de los  mejores hallazgos de las corrientes artísticas del siglo; dialogante con Miró y Picasso, desde la luz del Trópico y los temas y visiones de nuestros días.

Ahí  están, de nuevo, la magia de su fauna y el enigma de sus mujeres,  figuraciones tempranas en el universo de su creación, denotando el camino en ascenso del artista que jalonan su hermosísimo corzo en alerta, el escurridizo zorro que se oculta en los trazos del pintor, la síntesis vigorosa de su pájaro cantor , la presencia impactante de la muerte expresada en el  tierno cuerpecillo de un gorrión, junto al misterio de sus Amigas, la voluptuosidad y el juego de la Dama de Rojo, la fuerza telúrica del  Arbol de Mujer, la revisitación regocijada de la Menina Tropical.

José Miguel, estudiante perenne, desde hace  ya varios años Maestro, tras recorrer varias capitales de América y de Europa, ha querido traer a esta tierra hermana una breve muestra de su quehacer más inmediato, para que ella complete  el diálogo iniciado en el aula y compartir así esta aventura de la visualidad con quienes hoy son ya sus nuevos amigos. El profesor que nos maravilla con la historia portentosa de las artes plásticas y nos inicia en  el estudio de  la composición y el color, nos permite ahora, en un gesto humildísimo y generoso, entrar a su taller.

Como bien dijera el Maestro Adigio Benítez, José Miguel tiene un modo feliz de hablarnos; es, al decir del Poeta, un hombre en el buen sentido de la palabra bueno. Todo ello lo expresa su talento magnífico por  medio de su obra plástica. Como bien ya se sabe no siempre coinciden la grandeza humana y la grandeza artística, y pudiera incluso  parecer que al universo del arte esto no le resulta significante, pero cuando se tiene la dicha de estar en este mundo a la misma vez  que el artista, es un goce infinito, de esos que inundan el alma, vivenciar que vida y obra pueden ir de la mano. Que lo bello es bueno, y lo bueno, bello. Así se nos hace más fácil seguir adelante.

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Palabras de Presentación de Adigio Benítez Jimeno en la exposición “SOSZOO” efectuada en mayo de 1997 en la Galería Acacia.

Mirar para ver y ver más allá

Los artistas, ciertamente, tenemos tanto que agradecer a los escritores, críticos de arte, profesores, periodistas y a todos aquellos que nos hacen el gran servicio de analizar, interpretar y divulgar nuestras obras. No obstante, el arte no puede explicarse si no es a partir de él mismo como un hecho para verse. Verdad de perogrullo que se traduce en la frase: a las artes plásticas hay que verlas, sin ellas no hay palabras.

¿Qué hago yo entonces, que no soy quien debe, tratando de decir sobre la obra de José Miguel Pérez lo que hay que apreciar y disfrutar mirándola?. Pues porque lo ha dispuesto así el pintor solicitándome ese honor, heme aquí con la palabra diciendo lo que veo y creo, y lo que creo debo hacer ver a los demás. Quizás en está labor estoy en una posición ventajosa, ya que a este joven entrando en la madurez lo conozco desde que era un joven saliendo de la pubertad, cuando nos encontramos en esas llamadas relaciones alumno–profesor, allá por los finales de la década del 60 y luego siguiendo con los años de su labor profesional.

La personalidad de José Miguel nos lleva a la importancia de sus temas, ricas motivaciones de las cuales parte y de donde, tomando los elementos de la vida y el entorno, nos propone su solución expresiva. No va, en esta realidad, a lo trágico y terrible, como en Goya, más bien en ella está la parte amable de la vida cotidiana, a lo Matisse o a lo Chagall. En sus obras, las figuraciones que su elaboración muy personal presenta, se sitúan en un espacio muy cuidadosamente pensado, de modo que los elementos compositivos van bien relacionados y balanceados y en el que predomina un dibujo preciso, colores más bien rebajados en las grandes zonas para dar base a detalles de color puro cual punto de interés; las figuras son enmarcadas con trazos gestuales que las apoyan y éstos a la vez son un elemento expresivo de gran peso en el lenguaje de su propuesta.

El asunto ecológico es un tema al día en la contemporaneidad. Creo que su elección es un acierto y todos debemos aprobar e incluso agradecer que antes tantas noticias catastróficas, tanta violencia en el mundo, tanto armamentismo y xenofobia, haya quien se disponga a decir por medio de las artes que debemos vivir nosotros y nuestros sucesores, en un mundo limpio, fértil y seguro, porque animales y personas somos la vida, que es lo más preciado que el Génesis nos trajo.

Mucho pudiera agregarse referido a los valores de la pintura de José Miguel, pero permítaseme ahora dar un pequeño giro a la meditación, pues sucede que, al correr de la pluma, se me presenta una pregunta, creo yo muy apropiada, tratándose de quién y cómo es el creador: ¿sobre este artista debo sólo hablar de su pintura o de ésta y su correlación con la persona que lo ejecuta?.

Y es que si el creador tiene una determinada idiosincrasia, si en su existencia misma está la fuente de su modo de ver y su manera de decir, tenemos en este caso, de un buen sujeto resulta un buen objeto. Es que José Miguel tiene un modo feliz de hablarnos, de saludarnos, de conversar, es decir, que en su personalidad se conjuga la gentileza y la elegancia en el trato y en estas cualidades veo una concordancia con las características de su pintura amable, humana, gentil, equilibrada, pensada y al mismo tiempo decidida y sagaz en su ejecución; una obra que como espejo es concebida por quien en la vida real es así mismo.

Llegamos entonces a la conclusión de que mirar la obra es verla, disfrutarla y que podemos descubrir en ella un poco más, porque, en definitiva, el arte es el hombre.

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Palabras de Presentación de Pedro de la Hoz realizadas en diciembre de 1978 para la Exposición en el Pequeño Salón del Museo Nacional Ministerio de Cultura. Dirección Patrimonio Cultural efectuada en Febrero de 1979.

Cuando un artista joven se propone como tarea más importante que la invención plástica por sí misma, la comunicación visual con la gente de su pueblo, el arte gana y se ennoblece. Esto, desde luego, no excluye la búsqueda formal, el trabajo incesante por dominar el espacio y la línea del dibujo. Lo que sucede simplemente es que el ansia de perfección sustenta el ansia de comunicación.

Hablar de logros e insuficiencias en la obra de José Miguel Pérez corresponde a la crítica, y en primera instancia, al público para el cual el artista ha moldeado amorosamente sus obras. Pero es bueno señalar, al menos dos características de la presente muestra para que sirva de pauta al recorrido visual. Una es la ausencia de temor al estallido de la gama de colores, pasión alimentada por el rigor y la contención con que se ha concebido las variaciones cromáticas. Otra es la voluntad de diseño expresada en la composición de las obras.

José Miguel Pérez ha tratado de trasladar aquí vivencias de su pupila entusiasmada por los años venturosos que le ha tocado vivir. El espera igual ventura en los que vean sus obras, semejante alegría como la de los ojos de los trabajadores de su país.

Palabras de Presentación de Juan Sánchez realizadas en noviembre de 1985 para la exposición “Pintar para Siempre” efectuada en abril de 1986 en la Galería Habana.

Lo que asombra a primera vista en José Miguel Pérez es su enorme capacidad de fabulación. Llega con una voz nueva, hablando distinto, al coro de la joven pintura en Cuba. Con ansiosa fidelidad a su época aprovecha honesta y cautelosamente lo que hay de aporte valedero en las corrientes artísticas del siglo (gestualismo, expresionismo, surrealismo, pintura matérica...) pero no se deslumbra sino que toma de cada una lo que conviene a su modo de expresión, con sabiduría y tiento y sin la gula torpe y tempranera de los malos discípulos de Stendhal que pretenden convencernos del que el mejor inicio es siempre el escándalo. La pupila de José Miguel, por el contrario, tiene un cristal aparentemente ingenuo, colorida habitación de lo onírico, poesía de un primer día del mundo, revelación pictórica que guarda la pureza equilibrada de un paraíso que se pudiera diseñar a mano.

En José Miguel Pérez se adivina una doble pasión, una discreta dialéctica que contrapone el mundo de lo telúrico —digitación de lo inmediato— con esa otra imaginería de una ciudad que le pertenece con todos sus misterios azules, desde cuando niño, pequeño propietario pródigo de mariposas, helechos, frutas, aves, flores, peces, de aguaceros por donde bajan los güijes hacia los ríos y de tipografías tiesas de maravillas que viajan sobre hojas de papel o sobre las paredes. Este es el mundo que ha interesado al pintor.

La soltura y los controles de su técnica, muy personal, no se entregan fácilmente al ojo del espectador. En su emotivo "Homenaje a mamá" están las mariposas, la flor, el pájaro, el aire más transparente. La atmósfera del otro "Homenaje a papá", es de sobriedad tierna, de rigor, de cariñosos grises. "Es una flor caída. Papá ya no existe", me dijo. Y eso es, justamente, el cuadro.
La rica e intensa mitología creada por este pintor–diseñador ha surgido de colores derramados con tino, de telas deshiladas, de manchas, de rescates, de ásperos paralelogramos que se nos aparecen ocupando el espacio escogido con sabiduría. Nada, pues, ha nacido del azar ciego, de lo casual por lo casual, del mero juego, aquel que Ortega y Gasset atribuyó con aristocrático sectarismo a todo arte nuevo. Para ese viaje no hace falta alforjas, y José Miguel nunca emprende sus periplos si no lleva, por igual, rienda y galope, fantasía y contención, nube y semilla, sueño y realidad, pétalo y ala.

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